INFORME ESPECIAL
La angustia ambiental
Temores, Anhelos y formas de relación con el planeta. En este artículo, compartimos el Análisis de una preocupación subterránea de los argentinos en tiempos de dengue.
5 DE ABRIL DE 2024
por HERNÁN VANOLI
Un gran consenso social que es también una preocupación no articulada en el debate público
Este año, desde Sentimientos Públicos publicamos un estudio que intentó contribuir al debate sobre los nuevos sentidos que la “justicia social” tiene en el sentir privado de los argentinos.
Hablamos allí de un talante anti-corporativo que alcanza tanto al campo como a los sindicatos, de la convivencia entre meritocracia y solidaridad, de las resistencias a la dolarización en una clave de orgullo nacional y de la creciente distancia entre las sensibilidades de millennials y centennials.
Ahora venimos a presentar un nuevo trabajo que intenta dilucidar los sentimientos sociales sobre un tema poco visible en la agenda política y mediática: el riesgo ambiental. La epidemia del dengue activó muchas de estas preocupaciones subterráneas que no encuentran todavía una traducción al lenguaje de la política.
¿Qué sensaciones les despierta a los argentinos su futuro en relación al cambio climático?
¿Cómo piensan su relación con el espacio físico que habitan?
¿Cómo se percibe la tensión entre ambientalismo, desarrollo y extractivismo?
¿Qué prácticas del cuidado del ambiente llevan a cabo?
Basados en una encuesta nacional de 5200 casos, lo que sigue es una invitación a reflexionar sobre un problema que condensa profundas angustias sociales, que del mismo modo incuba anhelos profundos y se vincula a situaciones que, como la amenaza del dengue, incrementan la incertidumbre social.
Las problemáticas medioambientales son “Importantes” o “Muy Importantes” para el 91% de los
argentinos. Estos números superan los niveles de acuerdo de frases de nuestro tracking anterior como “Estoy orgulloso de ser argentino, es el mejor país del mundo” (83,8% de acuerdo) o “El estado debe ser lo más pequeño y lo más eficiente posible” (68,5% de acuerdo).
Al mismo tiempo, la idea de que la situación medioambiental es una preocupación de sectores sociales altos es un prejuicio. De hecho, y en general, los sectores sociales altos son más escépticos con la cuestión. La media de preocupación en los sectores sociales altos subperforma, de hecho, en un 4,6% al ser comparada con el resto de la sociedad.
El propio futuro y las generaciones venideras: un punto de encuentro entre jóvenes y adultos mayores
En sincronía, un 86,4% de los argentinos está de acuerdo o muy de acuerdo con que “Cuando pienso en el futuro de las nuevas generaciones, la cuestión medioambiental es una de las que más me preocupa”. Se trata de una preocupación que podría ser pensada como difusa pero aún así presente en las mayorías sociales argentinas.
Esta preocupación es bastante homogénea, pero se acentúa en los jóvenes menores a 29 años y en los adultos mayores a 59 años. Es un problema que preocupa por el futuro propio o el de los nietos.
Los “Millennials” y los “Generación X”, más progresistas que estos segmentos en muchos temas, y tomadores de decisiones en los medios, el mundo político y el mundo empresario, muestran un neto menor de preocupación por la cuestión ambiental.
Mujeres y Centennials, al borde de un colapso ambiental
Más del 90% de los argentinos cree que nos acercamos a un colapso ambiental.
Las mujeres creen más en este colapso ambiental y lo perciben más cercano que los hombres. De hecho, más del 50% de las mujeres cree que sucederá dentro de entre 1 y 10 años, mientras que el 38% de los hombres lo estima en ese período.
En cuanto a la edad, casi un 75% de los argentinos entre 16 y 28 años, cree que vivirá un colapso ambiental. Tan solo un 20% de los centennials cree que “Sí, pero no lo veré mientras viva”, y menos de un 6% considera que “No”.
Los NSE más altos son más escépticos con respecto al colapso. Son los que menos creen que esto ocurrirá mientras vivan y duplican a los otros NSE en lo tocante al negacionismo del colapso. Esto sucede básicamente por dos razones: son los que tienen mayores interses objetivos en actividades que pueden perjudicar al medio ambiente, por un lado, y son los que más confían en que la tecnología verde puede ser una solución para el tema, por otro.
La oposición entre cuidado del medio ambiente y desarrollo industrial es una pasión de clase media
Eco-sintientes, locadores comunitarios e indiferentes
De acuerdo a nuestro trabajo cualitativo, hay tres tipos de relaciones personales con el medio ambiente. Una de ellas es una relación en la cual las personas sienten que el planeta es su hogar. Lo quieren bien, vital, ordenado, no agredido, pleno. Y sienten que les pertenece a todas las personas.
Llamamos a esta relación con el planeta una relación inmobiliaria-colectiva, poco frecuente en los sentimientos sociales. El planeta como un inmueble colectivo al que hay que cuidar. Este tipo de relación fue glosada en las preguntas como “Es el entorno en el que vivimos y el futuro de la humanidad está en riesgo”. Cosecha casi 47,2% de las adherencias. Los llamamos “Locadores comunitarios”.
Otra es la relación orgánica, de continuidad. Las personas no sienten que ellas son las que viven en el planeta, sino que son parte del planeta, que hay una continuidad. Es un caparazón, no ya una vivienda. Cada agresión hacia el medio ambiente es, en cierta medida, algo que actúa contra mi persona, mi cuerpo. Esta relación de continuidad es validada por un 35% de la población. Los llamamos “Eco-sintientes”.
Finalmente, hay dos formas de manifestar la ajenidad. Me puede preocupar el tema en términos generales, pero no es preponderante en mi agenda. Para esta opción ofrecimos dos vías: la que propone que es un tema de expertos y se lo siente algo abstracto (apenas un 4,5%) y otra es la que lo considera “importante, pero menos que la economía o la educación” (13,3%). Los llamamos “indiferentes” y representan un 17,8% de la población.
En consonancia con las opiniones anteriores, el 85% cree que es urgente o algo urgente tomar medidas para proteger al medio ambiente.
Menos de un 4% cree que no es nada o poco urgente.
Guerras climáticas, un fenómeno de clase media
Un 43,7% de la población acuerda con que hay una contradicción entre cuidado del medio ambiente y desarrollo industrial. Un 38,6% desacuerda y un 17% se mantiene neutral. Esta frase, sin embargo, produjo una notable polarización, con un neto pequeño (5,2%) favorable.
La clase media es la que más considera esta oposición. Podría decirse que, de hecho, es un drama de clase media. Los sectores altos, como dijimos, oscilan entre el cinismo y la confianza en la tecnología verde. De hecho, el neto hacia esta afirmación en los NSE altos es negativo, mientras que en los sectores medios el apoyo supera en un 500% al de la media social.
Así, vemos que la oposición entre cuidado del medio ambiente y desarrollo industrial es una pasión de clase media. Otra nueva grieta más, que al parecer no discrimina al posicionamiento político y a la ideología de las personas.
Es sentido común decir que la sociedad tiene deseos por los cuales no está dispuesta a pagar el costo. Esta aparente contradicción es, en realidad, un reclamo a la imaginación de las instituciones y a través de ellas a las clases dirigentes.
Este pregunta, en conjunto con la anterior acerca de la contradicción entre cuidado del medio ambiente y desarrollo industrial, nos podría decir que la sociedad argentina desea el desarrollo y también cree que el mismo se puede lograr sin petroleras offshore ni humedales quemados.
Serán las instituciones y la política los encargados de llenar este espacio entre ideología y anhelos, o convertirla en una nueva y tortuosa grieta.
Casi tres cuartos de los argentinos separan los materiales reciclables de sus desperdicios dentro de su hogar. Y esta frecuencia aumenta entre los mayores.
Se trata de una micro militancia oculta y solidaria que conjura temores profundos que proliferan en la sociedad argentina.
breves conclusiones
La sociedad argentina posee una notable angustia ambiental que no logra articularse del todo en el debate público, pero se alimenta ante conmociones como la expansión del dengue. Casi 9 de cada 10 argentinos manifiesta una preocupación por el tema. Esta preocupación es más aguda en las mujeres, los más jóvenes y los adultos mayores, que casualmente son segmentos poblacionales se encuentran fuera de los núcleos de poder mediático, corporativo y político.
Casi 9 de cada 10 argentinos creen que el mundo se aproxima a un colapso ambiental. Más del 50% de las mujeres cree que el mismo sucederá en 10 años o menos.
Casi el 75% de los centennials cree que el mismo sucederá mientras vivan.
Los NSE más altos oscilan entre el escepticismo dado por sus intereses materiales y la creencia de que el desarrollo industrial y el cuidado del medio ambiente pueden combinarse. Las clases medias, en cambio, no son escépticas pero tienen más proclividad a pensar que existe una opción trágica entre extractivismo y ambientalismo. Se trata de posicionamientos que están más allá de las opciones políticas.
La sociedad reclama imaginación política para conjugar bienestar generalizado y eficiencia ambiental, reduciendo los daños al mínimo posible. Y se hace cargo de estos anhelos: sus prácticas privadas de reducción del daño son frecuentes y masivas.