6 de marzo de 2025

Política, Criptoestafas y Dinero

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dinero

política

15 de enero de 2025

La Ciudad y los niños

https://sentimientospublicos.com.ar/wp-content/uploads/2025/01/Sentimientos-Publicos-La-Ciudad-y-los-Ninos-1.pdf

encuestas argentinas

sociedad

3 de diciembre de 2024

Los bonaerenses, preocupados por el desempleo

https://www.pagina12.com.ar/787289-los-bonaerenses-preocupados-por-el-desempleo#:~:text=por%20el%20desempleo-,Sentimientos%20P%C3%BAblicos,-midi%C3%B3%20las%20preocupaciones

cita

la nación

29 de noviembre de 2024

La última encuesta le da la peor noticia a Milei: “Casta”

https://www.diariocronica.com.ar/noticias/2024/11/29/107098-la-ultima-encuesta-le-da-la-peor-noticia-a-milei-casta#:~:text=de%20la%20encuestadora-,Sentimientos%20P%C3%BAblicos%2C,-que%20a%C3%B1adi%C3%B3%20que

cita

diario crónica

26 de noviembre de 2024

La casta y los sindicatos

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política

trabajo

22 de noviembre de 2024

Peronismo mutante

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peronismo

política

2 de octubre de 2024

El estado y la libertad

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5 de abril de 2024

La angustia ambiental

Temores, anhelos y formas de relación con el planeta. En este artículo, compartimos el Análisis de una preocupación subterránea de los argentinos en tiempos de dengue.

medio ambiente

sociedad

Un gran consenso social que es también una preocupación no articulada en el debate público

Este año, desde Sentimientos Públicos publicamos un estudio que intentó contribuir al debate sobre los nuevos sentidos que la “justicia social” tiene en el sentir privado de los argentinos.

Hablamos allí de un talante anti-corporativo que alcanza tanto al campo como a los sindicatos, de la convivencia entre meritocracia y solidaridad, de las resistencias a la dolarización en una clave de orgullo nacional y de la creciente distancia entre las sensibilidades de millennials y centennials.

Ahora venimos a presentar un nuevo trabajo que intenta dilucidar los sentimientos sociales sobre un tema poco visible en la agenda política y mediática: el riesgo ambiental. La epidemia del dengue activó muchas de estas preocupaciones subterráneas que no encuentran todavía una traducción al lenguaje de la política.

¿Qué sensaciones les despierta a los argentinos su futuro en relación al cambio climático?

¿Cómo piensan su relación con el espacio físico que habitan?

¿Cómo se percibe la tensión entre ambientalismo, desarrollo y extractivismo?

¿Qué prácticas del cuidado del ambiente llevan a cabo?

Basados en una encuesta nacional de 5200 casos, lo que sigue es una invitación a reflexionar sobre un problema que condensa profundas angustias sociales, que del mismo modo incuba anhelos profundos y se vincula a situaciones que, como la amenaza del dengue, incrementan la incertidumbre social.

Las problemáticas medioambientales son “Importantes” o “Muy Importantes” para el 91% de los
argentinos. Estos números superan los niveles de acuerdo de frases de nuestro tracking anterior como “Estoy orgulloso de ser argentino, es el mejor país del mundo” (83,8% de acuerdo) o “El estado debe ser lo más pequeño y lo más eficiente posible” (68,5% de acuerdo).

Al mismo tiempo, la idea de que la situación medioambiental es una preocupación de sectores sociales altos es un prejuicio. De hecho, y en general, los sectores sociales altos son más escépticos con la cuestión. La media de preocupación en los sectores sociales altos subperforma, de hecho, en un 4,6% al ser comparada con el resto de la sociedad. 

El propio futuro y las generaciones venideras: un punto de encuentro entre jóvenes y adultos mayores

En sincronía, un 86,4% de los argentinos está de acuerdo o muy de acuerdo con que “Cuando pienso en el futuro de las nuevas generaciones, la cuestión medioambiental es una de las que más me preocupa”. Se trata de una preocupación que podría ser pensada como difusa pero aún así presente en las mayorías sociales argentinas.

Esta preocupación es bastante homogénea, pero se acentúa en los jóvenes menores a 29 años y en los adultos mayores a 59 años. Es un problema que preocupa por el futuro propio o el de los nietos.

Los “Millennials” y los “Generación X”, más progresistas que estos segmentos en muchos temas, y tomadores de decisiones en los medios, el mundo político y el mundo empresario, muestran un neto menor de preocupación por la cuestión ambiental.

Mujeres y Centennials, al borde de un colapso ambiental

Más del 90% de los argentinos cree que nos acercamos a un colapso ambiental.

Las mujeres creen más en este colapso ambiental y lo perciben más cercano que los hombres. De hecho, más del 50% de las mujeres cree que sucederá dentro de entre 1 y 10 años, mientras que el 38% de los hombres lo estima en ese período.

En cuanto a la edad, casi un 75% de los argentinos entre 16 y 28 años, cree que vivirá un colapso ambiental. Tan solo un 20% de los centennials cree que “Sí, pero no lo veré mientras viva”, y menos de un 6% considera que “No”.

Los NSE más altos son más escépticos con respecto al colapso. Son los que menos creen que esto ocurrirá mientras vivan y duplican a los otros NSE en lo tocante al negacionismo del colapso. Esto sucede básicamente por dos razones: son los que tienen mayores interses objetivos en actividades que pueden perjudicar al medio ambiente, por un lado, y son los que más confían en que la tecnología verde puede ser una solución para el tema, por otro.

La oposición entre cuidado del medio ambiente y desarrollo industrial es una pasión de clase media

Eco-sintientes, locadores comunitarios e indiferentes

De acuerdo a nuestro trabajo cualitativo, hay tres tipos de relaciones personales con el medio ambiente. Una de ellas es una relación en la cual las personas sienten que el planeta es su hogar. Lo quieren bien, vital, ordenado, no agredido, pleno. Y sienten que les pertenece a todas las personas.

Llamamos a esta relación con el planeta una relación inmobiliaria-colectiva, poco frecuente en los sentimientos sociales. El planeta como un inmueble colectivo al que hay que cuidar. Este tipo de relación fue glosada en las preguntas como “Es el entorno en el que vivimos y el futuro de la humanidad está en riesgo”. Cosecha casi 47,2% de las adherencias. Los llamamos “Locadores comunitarios”.

Otra es la relación orgánica, de continuidad. Las personas no sienten que ellas son las que viven en el planeta, sino que son parte del planeta, que hay una continuidad. Es un caparazón, no ya una vivienda. Cada agresión hacia el medio ambiente es, en cierta medida, algo que actúa contra mi persona, mi cuerpo. Esta relación de continuidad es validada por un 35% de la población. Los llamamos “Eco-sintientes”.

Finalmente, hay dos formas de manifestar la ajenidad. Me puede preocupar el tema en términos generales, pero no es preponderante en mi agenda. Para esta opción ofrecimos dos vías: la que propone que es un tema de expertos y se lo siente algo abstracto (apenas un 4,5%) y otra es la que lo considera “importante, pero menos que la economía o la educación” (13,3%). Los llamamos “indiferentes” y representan un 17,8% de la población.

En consonancia con las opiniones anteriores, el 85% cree que es urgente o algo urgente tomar medidas para proteger al medio ambiente. 

Menos de un 4% cree que no es nada o poco urgente.

Guerras climáticas, un fenómeno de clase media

Un 43,7% de la población acuerda con que hay una contradicción entre cuidado del medio ambiente y desarrollo industrial. Un 38,6% desacuerda y un 17% se mantiene neutral. Esta frase, sin embargo, produjo una notable polarización, con un neto pequeño (5,2%) favorable.

La clase media es la que más considera esta oposición. Podría decirse que, de hecho, es un drama de clase media. Los sectores altos, como dijimos, oscilan entre el cinismo y la confianza en la tecnología verde. De hecho, el neto hacia esta afirmación en los NSE altos es negativo, mientras que en los sectores medios el apoyo supera en un 500% al de la media social.

Así, vemos que la oposición entre cuidado del medio ambiente y desarrollo industrial es una pasión de clase media. Otra nueva grieta más, que al parecer no discrimina al posicionamiento político y a la ideología de las personas.

Es sentido común decir que la sociedad tiene deseos por los cuales no está dispuesta a pagar el costo. Esta aparente contradicción es, en realidad, un reclamo a la imaginación de las instituciones y a través de ellas a las clases dirigentes. 

Este pregunta, en conjunto con la anterior acerca de la contradicción entre cuidado del medio ambiente y desarrollo industrial, nos podría decir que la sociedad argentina desea el desarrollo y también cree que el mismo se puede lograr sin petroleras offshore ni humedales quemados

Serán las instituciones y la política los encargados de llenar este espacio entre ideología y anhelos, o convertirla en una nueva y tortuosa grieta.

Casi tres cuartos de los argentinos separan los materiales reciclables de sus desperdicios dentro de su hogar. Y esta frecuencia aumenta entre los mayores. 

Se trata de una micro militancia oculta y solidaria que conjura temores profundos que proliferan en la sociedad argentina.

Breves conclusiones

La sociedad argentina posee una notable angustia ambiental que no logra articularse del todo en el debate público, pero se alimenta ante conmociones como la expansión del dengue. Casi 9 de cada 10 argentinos manifiesta una preocupación por el tema. Esta preocupación es más aguda en las mujeres, los más jóvenes y los adultos mayores, que casualmente son segmentos poblacionales se encuentran fuera de los núcleos de poder mediático, corporativo y político.

Casi 9 de cada 10 argentinos creen que el mundo se aproxima a un colapso ambiental. Más del 50% de las mujeres cree que el mismo sucederá en 10 años o menos.

Casi el 75% de los centennials cree que el mismo sucederá mientras vivan.

Los NSE más altos oscilan entre el escepticismo dado por sus intereses materiales y la creencia de que el desarrollo industrial y el cuidado del medio ambiente pueden combinarse. Las clases medias, en cambio, no son escépticas pero tienen más proclividad a pensar que existe una opción trágica entre extractivismo y ambientalismo. Se trata de posicionamientos que están más allá de las opciones políticas.

La sociedad reclama imaginación política para conjugar bienestar generalizado y eficiencia ambiental, reduciendo los daños al mínimo posible. Y se hace cargo de estos anhelos: sus prácticas privadas de reducción del daño son frecuentes y masivas.

27 de febrero de 2024

Tracking de valores: ¿Una «Neo Justicia Social»?

Dolarización, meritocracia, orden y corporativismo. Un análisis cuantitativo de las transformaciones subjetivas argentinas basado en una encuesta a nivel nacional de 5200 casos.

análisis opinión pública

encuestas argentinas

Desde Sentimientos Públicos venimos realizando diferentes estudios sobre los imaginarios y las creencias compartidas por los Argentinos.

En 2023 publicamos “Valores progresistas, voto libertario. Apuntes para pensar una contradicción aparente”, donde nos propusimos matizar las teorías catastrofistas sobre el ”avance de la derecha” al tiempo que reflexionábamos sobre la fuerte sintonía de algunos valores sociales con aristas relevantes de la emotividad política de La Libertad Avanza.

Durante enero de 2024 repetimos buena parte de las preguntas sobre valores, basados en una muestra representativa acorde los datos del INDEC a nivel nacional, de 5271 casos, con un margen de error de un 3,5%. Las categorías graficadas son “Muy de acuerdo”, “De Acuerdo”, “No lo sé”, ”En Desacuerdo” y “Muy en desacuerdo”.

Lo que sigue es un anticipo y una breve interpretación de una serie de resultados muchas veces contradictorios, muchas veces sorprendentes, y que nos invitan a pensar en una sociedad golpeada, convulsionada y en metamorfosis, pero nunca lineal.

1. Los consensos políticos mirados desde abajo

Punitivismo y libre circulación de las personas y las cosas. El orden.

Las preguntas sobre si “El derecho a circular es más importante que el derecho a manifestarse” (casi 62% de apoyo) y sobre si “La policía debería contar con el poder suficiente para imponer el orden moleste a quién le moleste” (67% aproximado) cosecharon amplios consensos. Se trata de un indicador que iría en sintonía con ciertas hipótesis sobre la derechización de la sociedad. Ambos guarismos son superiores al cosechado por La Libertad Avanza en las últimas elecciones presidenciales.Sin embargo, para interpretarlas en un marco más amplio, las mismas deberían ser interrogadas con otro set de indagaciones vinculadas a cuestiones como la tolerancia a la represión, y a las resonancias de este punitivismo en otros ámbitos que vayan más allá del orden público.

La mano invisible del estado

Este consenso que podría ser interpretado, en una primera impresión, como punitivista, convive con unas opiniones particulares sobre el Estado. Ante la frase “El Estado debe ser lo más pequeño y lo más eficiente posible” el nivel de acuerdo llegó a un nivel de un 68,5%.

Sin embargo, ante la sentencia que proponía “Privatizar YPF, Arsat y Aerolíneas Argentinas es renunciar a la construcción de un país soberano”, los apoyos fueron también mayoritarios, con un 47,2% de acuerdo y apenas un 37,2% de desacuerdo. Un estado pequeño, eficiente y silencioso, pero que no deje libradas a las fuerzas del mercado cuestiones nodales para la soberanía. Tal parece ser uno de los talantes del presente.

Dicho Estado pequeño y eficiente sin embargo debe, también y al parecer, emitir su propia moneda. O quizás las personas que respondieron a nuestra encuesta consideran que la existencia de una moneda nacional se vincula de alguna forma con la cuestión de la soberanía.

Lo cierto es que la frase “La única salida a la crisis económica permanente que tiene la Argentina es la dolarización” cosechó un magro apoyo de un 28,4%, contra un rechazo de un 44,7% (singularmente similar al porcentaje de votos de Unión por la Patria en las últimas elecciones). Un 26% de la población se mantiene en la neutralidad, un guarismo alto cuando tenemos una media aproximada de un 14% de neutrales.

El ocaso del corporativismo y la emergencia de una neo justicia social. Las corporaciones.

La imaginación pública orientada hacia un ”liberalismo silvestre” que anhela una
”mano invisible del estado”, en sintonía la intensa individualización que atraviesa a la gran mayoría de las sociedades, viene acompañado de un interrogante por la eficacia de las formas de agrupación propias del siglo XX.

Es en este marco que los intereses corporativos parecen atravesar una crisis de credibilidad. Al parecer no se trata sólo de “la casta”, o “el estado” sino de cualquier forma de asociación. La frase sobre que “El sindicalismo es uno de los principales problemas del país” obtuvo un 61,1% de acuerdo.

Pero también obtuvo una amplia aprobación la de que “El campo es un sector privilegiado que debe contribuir a través de retenciones al desarrollo del país”, con un 55,2% de acuerdo. El campo, en tanto corporación, también debe estar bajo la mano invisible del estado. Y podría arriesgarse que lo mismo les sucedería a las empresas con respecto a los los impuestos.

Las dos facetas de del anti corporativismo contemporáneo son una de las aristas en las que se manifiesta la nueva justicia social. Dentro de esta perspectiva, las empresas, que no son vistas como una forma corporativa, merecen una reforma laboral que les permita ”contratar nuevos empleados y despedir a los que no funcionan”. Esta frase cultivó un 62,7% de apoyo.

2. Límites del libertarianismo extremo

La moral meritocrática. Solidaridad, desigualdad, hedonismo.

Hablar de una neo justicia social individualista basados en altos niveles de punitivismo y de anti-corporativismo puede sonar aventurado. Sin embargo, un nuevo set de preguntas sobre valores arrojan luz sobre este asunto.

En primer lugar la frase “La solidaridad es más importante que la eficiencia” convocó a un 60,5% de acuerdos, con apenas un 14% de rechazo.

Pero como contracara, una frase que en apariencia tendría una dirección contraria (“La desigualdad es una consecuencia normal del mérito y la voluntad de las personas”) también obtuvo un alto apoyo (53,5%). 

Para la neo justicia social, las explicaciones sobre la desigualdad se basan en el mérito personal, no en el accionar corporativo ni en factores estructurales. El individuo es el protagonista y su margen de decisión es amplio, pero debe ser solidario

Meritocracia y solidaridad se unen al hedonismo preponderante.  Con más de un 80% de apoyo, la frase “En la vida es más importante vivir experiencias que acumular riquezas” fue una de las que obtuvo asimismo uno de los netos más elevados. 

Para la neo justicia social, las explicaciones sobre la desigualdad se basan en el mérito personal, no en el accionar corporativo ni en factores estructurales. El individuo es el protagonista y su margen de decisión es amplio, pero debe ser solidario. 

La sociedad abierta: traumas y anhelos. Género, pandemia.

A modo de cierre dos cuestiones que también, arriesgamos, moldean la subjetividad contemporánea.Por un lado la pandemia: existe una cierta polaridad entre aquellos que aún portan marcas indelebles de la misma y aquellos que la consideran una etapa del pasado, más o menos traumática pero relativamente superada.

Ante la frase “No creo que la Pandemia haya dejado grandes huellas en mi vida”, un 47,4% se manifestó “De acuerdo” o “Muy de acuerdo”, mientras que un 37,6% lo hizo “Algo en desacuerdo” o “Muy en desacuerdo”.  Es decir que casi para 4 de cada 10 argentinos la pandemia fue un hecho traumático e insoslayable, del que casi no se puede hablar.

Por otro lado, y a contrapelo de la idea de una sociedad ”derechizada” en una forma homogénea y que atraviesa un “giro conservador” monolítico, el consenso sobre el derecho a la elección de las identidades de género es mayoritario. La frase sobre que “El respeto a las identidades de género es imprescindible para construir una sociedad abierta” obtuvo un 62,8% de nivel de acuerdo, guarismo similar al apoyo que obtuvo la necesidad de una reforma laboral.

Breves conclusiones

La “Neo Justicia Social” que parece comenzar a operar en la imaginación pública es contradictoria si se la mira desde las categorías del siglo XX. Tiene algo que “no cierra” y podría hacer pensar en una sociedad caprichosa e infantil, o al menos errática. Este parece ser el pensamiento preponderante en la corporación política, cuando no es que opera en la misma un economicismo vulgar que correlaciona linealmente apoyo social con niveles de consumo.

En este tracking de valores proponemos habitar estas contradicciones: la reducción al mínimo de la sonoridad o la “mímica” estatal y acordar con medidas punitivistas puede ir menos en contra de “los pobres” -nadie se reconoce pobre- que a favor de un nuevo sentido de lo justo, donde la meritocracia y la libertad individual son premisas básicas. Donde lo corporativo es repudiado en sus diversas formas, pero la soberanía nacional goza de una estima social altísima. Donde la dolarización produce más dudas y rechazos que apoyos. Donde el respeto a las identidades de género es percibida como necesaria dentro de la sociedad abierta y tolerante que anhela el liberalismo silvestre. Y donde el hedonismo preponderante no parece muy dispuesto a sacrificios a largo plazo.

La investigación sobre el humor social no permite hacer futurología. Pero si analizar algunas vetas de la emotividad nacional que luego moldean y van siendo moldeadas por los horizontes político económicos.

3. Millennials vs. Centennials: ¿una nueva grieta?

Millennials
Centennials

Al abrir los resultados de nuestro tracking de valores por grupos de edad se percibe una notoria diferencia entre aquellos que las categorías del marketing denominan “Millennials” (básicamente 29-43 años) y los “Centennials” (de 16 a 28).

En los gráficos de arriba puede notarse que todos los valores vinculados al programa libertario (rienda libre a la represión, voluntarismo meritocrático para explicar la desigualdad, achicamiento del estado, derecho a circular) dan dentro de los Centennials netos aún más altos que los de la población en general. Y muestran una muy significativa grieta con respecto a la sensibilidad millennial, de corte mucho más progresista.

Esto tiene sin embargo dos matices. Por un lado, la brecha de género se hace más extrema a medida que decrece la edad. Esto significa que los varones, cuanto más jóvenes, más afines al paradigma libertario duro. Pero por otra parte valoración Centennial de las identidades de género es mayor que la de la sociedad en general y apenas inferior a la de los Millennials, y su preocupación ecológica supera a la de los mismos y se acerca muchísimo a la de la Generación X (44-58), que está evidentemente preocupada por el futuro de sus  hijos.

Otra vez, estamos frente a cuestiones que requieren un esfuerzo conceptual profundo y de suspensión de las creencias que nos acompañaron desde buena parte del siglo XX.

8 de enero de 2024

El alquiler de la vivienda: un drama social

Basado en una encuesta de alrededor de 8400 mil casos a nivel nacional, este análisis intenta caracterizar la problemática del acceso a la vivienda, uno de los temas que más relevancia pública ha tomado en los últimos tiempos.

análisis

vivienda

El de la vivienda es uno de los temas que más relevancia pública ha tomado en los últimos tiempos. Viviendas que se ofrecen mensualmente en dólares, escasez de alquileres en un marco inflacionario, dificultades en el acceso.Una ley con idas y vueltas cuya aplicación encuentra el límite de las capacidades –o de las voluntades- estatales.

En este estudio intentamos comprender cuál es la situación real de los argentinos frente al problema de los alquileres, teniendo en cuenta también a los propietarios y a aquellas categorías menos visibles pero fundamentales: las personas que se ven obligadas a compartir una vivienda familiar.

Consideramos que, más allá de las regulaciones, el del acceso a la vivienda alquilada y a la vivienda en general es un tema que perfila los anhelos sociales y sus fricciones con la planificación de ciertos estilos de vida. Un tema urgente y que toca la fibra más sensible de la identidad argentina como la de un país donde la movilidad social ascendente es posible.

Este trabajo fue coordinado por Gabriela Tavella junto al equipo de Sentimientos Públicos. Esperamos que puedan disfrutarlo y ayudarnos a pensar con mayor profundidad.

La Argentina tiene una estructura habitacional dual. Por un lado están los propietarios, que representan el 42,5% de la población.

Luego están los inquilinos (20,5%) y aquellos que viven aún con sus familias (28,9%), es decir los no propietarios que, por diversos motivos –de salud, por comodidad, por edad-, se presume están imposibilitados de acceder a una vivienda propia pero también a un alquiler.

En este informe intentaremos caracterizar a estos tres grupos, y entender su posición subjetiva en base a datos sobre su situación habitacional.

Dentro del NSE alto se observa una mayoría de propietarios, con un 63% de las frecuencias. Dentro del NSE medio, el 45% de las personas son propietarias. Por último, en el NSE bajo, apenas el 25,9% de las personas son propietarias cuando el promedio general de propietarios es del 42,5%. Es obvio que a mayor NSE, más propietarios. Lo llamativo es que el porcentaje de inquilinos por NSE se mantiene estable, alrededor de un 20%. Se trata de una situación transversal a los niveles socioeconómicos: personas que, más allá de su estatus socioeconómico, no pueden acceder a la vivienda en propiedad.

Ahora bien, si el porcentaje de inquilinos es estable, lo que marca la gran diferencia son las personas que viven con su familia (especialmente jóvenes). Representaron un 28,9% del total. Y aquí es que las diferencias de NSE se agudizan. Solamente un 9,3% de las personas con NSE alto vive con su familia, mientras que trepa al 28,5% en el nivel medio y alcanza el 40% de quienes tienen un NSE bajo. Cuanto más joven y pobre es una persona, menor posibilidad tiene de convertirse en inquilina. Hay una barrera social a la emancipación en lo que respecta a la vivienda, que se expresa en el altísimo porcentaje de personas que viven con su familia dentro de los NSE más bajos.

Foco Inquilinos

El 60% de los inquilinos lo son desde hace más de 6 años. Y casi el 80% lo son desde hace más de 3 años. Ser inquilino parece ser una posición orientada a la permanencia en el tiempo. Son inquilinos crónicos. Esto es algo que tenderá a crecer. El 50% de los inquilinos son hijos de inquilinos. Esto multiplica las dificultades para acceder a una garantía, a una vivienda en propiedad y, en general, es una barrera para la movilidad social ascendente. Sin políticas de vivienda, vamos hacia un país con cada vez mayor cantidad de inquilinos, que producirán aún más inquilinos.

El mercado del alquiler tiene un alto componente informal, y se nutre de relaciones personales. El 49,5% de los encuestados encontró su hogar en alquiler a través de familiares, amigos o conocidos. Los NSE más bajos dependen más de estas redes de solidaridad, y también hacen un uso más intensivo de las redes sociales. Los portales inmobiliarios y los carteles en la vía pública funcionan más para los NSE Altos. Menos de un 1% de los encuestados consiguió vivienda a través de iniciativas estatales.

El contrato de alquiler

Casi el 60% de los inquilinos tienen un contrato de alquiler escrito y firmado, lo que habla de un mercado con un 40% de informalidad. Aún en los sectores altos, la informalidad llega al 25%.
La regularidad y el registro formal de los alquileres disminuye a medida que el NSE de los inquilinos baja y que su edad aumenta.

El anhelo de la vivienda

Menos del 10% de los inquilinos desea permanecer siendo inquilino. Forzados a responder sobre ventajas, aquellas vinculadas a un estilo de vida libre son las que concentran mayores frecuencias, mientras que las económicas tienen menos pregnancia.
Entre las desventajas de ser inquilino, la de no poder ahorrar para acceder a una vivienda es la mayoritaria.
En una época de volatilidad, valores posmodernos y liquidez, el sueño de la vivienda propia es aún fuerte en los imaginarios colectivos.

Foco propietarios

Sólo un 10% de los propietarios (que son un 42,5% del total) posee más de una vivienda. De estas viviendas extra, sólo el 45% contribuyen al mercado de las viviendas (un 34% alquiladas y un 11% ofrecidas en alquiler). Un 4% están en venta y apenas un 8,4% están vacías. Menos de un 1% posee más de 5 viviendas.

Foco inquilinos latentes

Un 77% de los que comparten vivienda tienen entre 16 y 40 años. Se trata de una población joven, a la que le cuesta incluso ser inquilina.
Estos inquilinos latentes pertenecen mayoritariamente a los NSE medios y bajos. Sólo un 4% de los NSE altos declara compartir vivienda.

Mercado de alquileres y regulación

Más de la mitad de los encuestados, el 54% se expresa en favor de la regulación por parte del Estado en sus diferentes niveles (nacional, provincial o municipal).
Mientras que apenas el 30% lo hace en favor de la autorregulación del mercado o de las inmobiliarias. En un contexto en que la intervención estatal en diversos mercados está en retroceso dentro de la consideración social, es un dato más que llamativo.
El de la vivienda sería uno de los límites a lo que hemos llamado un «liberalismo silvestre» de talante anti intervencionista que venimos analizando en la subjetividad social.

¿Quién debería regular el mercado de alquileres?

Más de la mitad de los jóvenes, cuyo perfil liberal aparece en general nítidamente recortado, se manifiestan a favor de la intervención estatal en el mercado de alquileres. 

Luego, las personas entre 26 y 55 años son las que más activamente se manifiestan a favor de la intervención del estado. De hecho, los porcentajes oscilan entre el 55 y más del 60%.

Superados los 55 años la tasa de apoyo a la intervención estatal comienza a decrecer: los mayores de 71 años son más pro libre desarrollo del mercado de alquileres. De todos modos, en ningún rango etáreo la creencia en la autorregulación supera el 40% de las frecuencias: llega al 40% entre mayores de 71 años; 36% entre los de 56 y 70 años; y 28% entre los de 41 y 55 años.


Una explicación de estos ritmos es que las personas entre 26 y 55 años son las que que están entre la edad de emancipación y la urgencia de sostener a una familia.Como dato de color, la confianza en las “inmobiliarias” y en “otros” decrece a medida que aumenta la edad, como si la experiencia con este tipo de intermediarios propiciara la desconfianza en los mismos.

Cuando se analizan las preferencias respecto a la regulación del mercado de alquileres y la intención de voto en las elecciones, se observa que si bien la regulación del mercado por parte del Estado es elegida principalmente por quienes votaron a candidatos/as de Unión por la Patria o el Frente de Izquierda, también tiene mucho peso entre quienes optaron por Javier Milei, alcanzando al 42% de sus votantes.

Ni siquiera aquellos que votaron a Javier Milei desean mayoritariamente que el mercado de alquileres se autorregule, confirmando la hipótesis de que la cuestión de la vivienda es uno de los límites al liberalismo silvestre.

Principales hallazgos

El estudio se realizó en el contexto de campaña electoral post PASO (septiembre-octubre 2023) en la que uno de los temas principales versó sobre el rol del Estado.

Uno de sus principales hallazgos es la permanencia del sueño de la casa propia, más allá de ciertas tendencias hacia la liquidez, lo experiencial y la no acumulación de las generaciones más jóvenes exaltadas por la investigación de mercado. En la Argentina, ser propietario de una vivienda es altamente aspiracional.

Dentro de esta aspiracionalidad, el mercado de los alquileres es altamente informal, con apenas un 60% de contratos rubricados y una variedad de redes y lazos informales de acceso a la vivienda.

Si bien los inquilinos son aproximadamente un 20% de la población, se trata de inquilinos hijos de inquilinos que tendrán hijos inquilinos. La situación tiende a perpetuarse. Y encubre, además otro problema que crecerá en el futuro: los inquilinos latentes.

Se trata de personas menores de 40 años, que en muchos casos y contra su voluntad deben vivir con su familia. Ciudadanos que no sólo no pueden acceder al sueño de la vivienda propia, sino tampoco a un mercado de alquileres cada vez más expulsivo.


Y una demanda sin respuestas..

En este marco, y ante una tendencia social hacia la disminución de la estima de la intervención del Estado en la economía que hemos llamado “liberalismo silvestre” en estudios anterioresmás de la mitad de los encuestados se manifestaron a favor de la regulación del mercado de alquileres por parte del Estado.

El de la vivienda parece ser un límite al liberalismo silvestre, y existe una demanda soterrada de políticas públicas eficientes al respecto de este tema.

De hecho, casi el 55% del total de la población encuestada se manifestó en favor de la regulación estatal de los alquileres, y tan solo un 34% lo hizo en favor de la autorregulación del mercado.

Asimismo el 62% de los inquilinos y casi el 49% de los propietarios optó por la regulación del mercado de alquileres por parte del Estado.

Las demandas de educación, salud o seguridad son muchas veces medidas cuando se ausculta a la opinión pública. En este casi, preferimos explorar un tema urgente y sensible que expresa una faceta menos vista de los anhelos y necesidades de amplias franjas de la población.

20 de diciembre de 2023

La astrología: Una religiosidad de la nueva Argentina

Realizamos esta encuesta basados en una hipótesis surgida de estudios cualitativos: existe una relación entre la inflación, el desorden de las expectativas y la dificultad para la construcción de miradas a futuro con religiosidades no organizadas por parte de las poblaciones más jóvenes. La Astrología es una de ellas, quizás la principal.

espiritualidad

sociedad

Se trata de una práctica de alta difusión social, capaz de combinar dos elementos fundamentales de toda religiosidad popular: una teodicea del sufrimiento (por qué sufren unos y otros no) y una doctrina práctica de contenido ético (qué opciones tomar ante ciertas disyuntivas vitales).

La astrología desarrolla la empatía en sus creyentes, ya que aporta un sistema de explicaciones para el conflicto entre las personas y desarrolla una mirada la mayoría de las veces misericordiosa. Contribuye, en algunos casos, a la toma de decisiones, y explica momentos de crisis vitales ya que proyecta la trayectoria de vida como una trayectoria lógica, no azarosa.

Este trabajo intento dimensionarla y pensar algunas afinidades entre creencia astrológica y predisposiciones actitudinales de la población.

Apenas un 9% de los encuestados se declara en oposición a la Astrología. Si a este número se le suman aquellos que no le prestan atención pero no se sienten molestos por su existencia (38% aprox.), llegamos a casi un 47% de rechazo.

Esto significa que la buena predisposición social hacia la astrología alcanza a más de un 50% de la población argentina. Cuando hagamos foco en los segmentos etáreos involucrados, veremos que se trata, en efecto, de una religiosidad en expansión.


Entre aquellos que muestran una actitud favorable a la astrología, existe un 16,5% de personas que mantienen una relación intensa, practicantes de alta implicancia. Casi un 10% le da un uso orientativo para cuestiones amorosas o para comprender sus sentimientos, mientras que poco menos de un 7% la interpreta como un oráculo para decisiones de vida de más largo alcance.


Dentro de los no rechazadores de la astrología, existe un 37% que no le presta mucha atención, pero a quienes les gustaría poseer más información al respecto.

¿Te hiciste alguna vez una Carta Astral?

Confeccionarse una Carta Astral puede tener múltiples significados. En algunos casos, se trata de un evento lúdico. En otros casos es un momento fundacional del relato de cualquier seguidor de las creencias astrológicas. Lo más parecido a un ritual de pasaje dentro de esta particular religiosidad. Un punto en el que se produce un quiebre subjetivo; en algunos casos un momento de revelación sagrada.


En Argentina, aproximadamente dos de cada diez personas se han realizado una Carta Astral. El porcentaje asciende cuando miramos la división de género: un cuarto de las mujeres ha atravesado por este ritual, lo que implica que sólo un 15% de los hombres lo ha transitado.


Esto empieza a mostrar una tendencia: cuándo más joven y femenina es la población, más crece su implicancia con la Astrología. Pero esta tendencia no debe ser sobreestimada: los hombres también son afectados y se identifican con esta religiosidad, y en una tendencia creciente.

Relación con la astrología: aperturas por edad

1. Edad
Grupo etarioMe molesta que tenga tanta influencia en la genteMe parece una fantasía, algo que no tengo en cuenta pero no me molestaNo le presto mucha atención, pero me gustaría saber másOrienta mis decisiones de vidaOrienta mis opciones amorosas \\ Me hace entender mejor mis emociones
16-2512%24,4%38,4%10,6%14,6%
26-408,2%30,9%40%9%12%
41-557,5%43,6%37%6,1%5,8%
56-709,1%50,1%32,8%4,1%3,9%
71+8%53,8%28,2%4,9%5,1%
Total8,9%37,7%36,9%7,4%9%

Las regularidades sociales permiten ver cómo se distribuye la creencia en la astrología. Tal como señalamos, se trata de una religiosidad que se hace fuerte entre los jóvenes. A mayor juventud, mayor penetración e importancia de la astrología en la vida cotidiana.

A partir de los 40 años, el nivel de creencia en la astrología empieza a disminuir, para recién remontar en los mayores a 71 años: es allí donde la nueva guardia de la astrología se encuentra con la antigua guardia de creyentes.

Entre los menores de 40 años, aquellos de entre 16 y 25 años concentran al núcleo duro de creyentes: entre los que orientan su vida y los que la consultan en un plano más sentimental, encontramos un 25% de la población frente al 16,5% que representa en términos totales. Este fortaleza se confirma por la importancia de los rechazadores totales: mientras que en total es de apenas un 9%, sube al 12% en el segmento 16-25. La mayor resistencia se genera en las zonas sociales donde más fuerte es.

2. Nivel Socioeconómico
NSEMe molesta que tenga tanta influencia en la genteMe parece una fantasía, algo que no tengo en cuenta pero no me molestaNo le presto mucha atención, pero me gustaría saber másOrienta mis decisiones de vidaOrienta mis opciones amorosas \\ Me hace entender mejor mis emociones
ALTO10,1%47,7%30,7%6,1%5,4%
MEDIO8,7%38,8%36,7%6,5%9,4%
BAJO8,9%30,4%40,6%10%10,1%
TOTAL8,9%37,7%36,9%7,4%9%

Los niveles socioeconómicos más altos mantienen una relación distante con la astrología. De hecho, son los que registran los mayores niveles de rechazo (10% vs. 9% del total) y de indiferencia negativa (47,7% vs. 37,7% total). También son los que registran los niveles más bajos de orientación astrológica en sus decisiones vitales.

Cuanto menor es el nivel socioeconómico, mayor es el interés en conocer de astrología (40,6% vs. 36.9% total) y, en general, el nivel de orientación de las opciones vitales o amorosas y emocionales, cercano al 10% en los niveles socioeconómicos más bajos.

Los niveles medios tienen una actitud paradójica: Se parecen más a los altos a la hora de orientar sus decisiones de vida (ambos cercanos al 6% vs. El 10% en los NSE bajos) pero más a los bajos a la hora de orientas sus decisiones amorosas y emocionales (9,4% medios y 10,1% bajos vs. 5,4% altos).

La Astrología es una religiosidad que crece en el mundo popular, pero con un sesgo de clase media. Es la religiosidad de las clases medias bajas y de los jóvenes que viven en un mundo hostil y sin referencias éticas ni trascendentes.

3. Creencia por Territorio

La creencia en que la Astrología muestra una distribución geográfica particular. Es más fuerte en la Ciudad de Buenos Aires, donde el indicador del pasaje por el ritual de la confección de la Carta Astral es más elevado, con un 30% vs un 20% del total.

Luego, la Provincia de Buenos Aires se comporta de manera homóloga a las Regiones Centro y Patagonia, donde
supera por poco al 20%. Las Regiones Cuyo y Litoral se posicionan en aproximadamente un 18%, mientras que la Región Noreste (16,6%) y Noroeste (15%) muestran los porcentajes más bajos.

Astrología y transnacionalidad: la nueva Argentina

En esta sección decidimos hacer un cruce entre las formas de relación con la Astrología y otras característica de la Nueva Argentina: el deseo de que las cosas funcionen de acuerdo al Orden Transaccional que ofrece Internet.

Así las cosas, elegimos el acuerdo con la dolarización y la intención de voto vinculada a “que todo cambie de una buena vez” (el reseteo social del que hablamos en estudios anteriores) como indicadores de una Transaccionalidad Inmediatista, ligada al deseo de simplicidad en un mundo hipercomplejo.

Por otra parte, elegimos al acuerdo con la desregulación del mercado de alquileres como exponente de una Transaccionalidad Mercantilista que cree en que el mercado es un actor capaz de solucionar todos los problemas sociales.

Finalmente, buscamos el tipo de relación con la astrología entre aquellos que declararon votar a Javier Milei y a Miriam Bregman en las elecciones generales, para cruzar esta creencia con los supuestos polos ideológicos (”derecha” e “izquierda”) de la población.

Me molesta que tenga tanta influencia en la genteMe parece una fantasía, algo que no tengo en cuenta pero no me molestaNo le presto mucha atención, pero me gustaría saber másOrienta mis decisiones de vidaOrienta mis opciones amorosas \\ Me hace entender mejor mis emocionesTotal
Muy de acuerdo19,9%16,2%13,7%25,4%17,1%16,4%
Algo de acuerdo14,6%17,1%19%14,6%20,3%17,7%
No se15%16,8%22,8%19,6%19,6%19,3%
Algo en desacuerdo9,1%9,5%12,7%11,6%12,7%11,1%
Muy en desacuerdo41,1%40,4%31,8%28,8%30,3%35,5%
Me molesta que tenga tanta influencia en la genteMe parece una fantasía, algo que no tengo en cuenta pero no me molestaNo le presto mucha atención, pero me gustaría saber másOrienta mis decisiones de vidaOrienta mis opciones amorosas \\ Me hace entender mejor mis emocionesTotal
Quiero que las cosas cambien radicalmente de una buena vez41,3%42,3%50,4%57,2%52%47,2%
Quiero que pierda el oficialismo3,9%3,6%3,6%3,1%2,4%3,5%
Quiero un presidente con valores similares a los míos35,6%%30,8%%24,7%19,9%24%27,6%
Quiero un presidente razonable19,3%23,3%21,3%19,8%21,5%21,8%

Entre aquellos que estuvieron “Muy de acuerdo” con la dolarización, hubo una sobre representación dentro del grupo de aquellos con un vínculo fuerte con la astrología, los que “Orientan sus decisiones de vida”.

Entre los que estuvieron “Algo de Acuerdo” el sesgo fue más hacia los que orientan astrológicamente sus decisiones amorosas y emocionales. Pero existe una afinidad entre dolarizadores y creyentes en la astrología. Algo similar ocurre entre aquellos que querían ”Que las cosas cambiasen radicalmente de una buena vez” antes de las elecciones generales de Octubre.

Hablamos de una religiosidad que se orienta por soluciones rápidas y que prometan un rendimiento libre de complejidades. La astrología es una fuerza que, en un mundo cada vez más incierto, simplifica la vida.

Relación con la Astrología y la intención de voto

Me molesta que tenga tanta influencia en la genteMe parece una fantasía, algo que no tengo en cuenta pero no me molestaNo le presto mucha atención, pero me gustaría saber másOrienta mis decisiones de vidaOrienta mis opciones amorosas \\ Me hace entender mejor mis emocionesTotal
Autorregulación del mercado28,3%32,8%20,8%11,2%14,2%24,7%
El Estado de mi ciudad/municipio14,5%11,3%16,7%21,4%19,5%15,1%
El Estado de mi provincia8,6%9,7%12,5%14,6%12,8%11,3%
El Estado Nacional24,2%28,5%27,9%29,2%29,1%28%
Inmobiliarias8%4%5,7%7,9%6,7%5,5%
ONGs4,1%4,9%4,4%4,3%5,9%4,7%
Otros12,3%8,7%12%11,3%11,8%10,7%

Me molesta que tenga tanta influencia en la genteMe parece una fantasía, algo que no tengo en cuenta pero no me molestaNo le presto mucha atención, pero me gustaría saber másOrienta mis decisiones de vidaOrienta mis opciones amorosas \\ Me hace entender mejor mis emociones
Myriam Bregman (Frente de Izquierda)6,1%36,9%31,3%7,4%18,3%
Javier Milei (La Libertad Avanza)9,6%35,6%37,2%8,5%9,1%
Total8,7%37,9%37%7,4%9,1%

La regulación del mercado de alquileres mostró una clara orientación social hacia que la misma debía ser realizada por el Estado, con un 54,4% de acuerdo. Tomamos a aquellos segmentos que optaron por la autoregulación del mercado como indicadores de una Transaccionalidad Mercantilista. Estos electores están sobrerepresentados entre aquellos a quienes molesta la pregnancia de la astrología como entre aquellos a quienes no les molesta pero no le dan importancia ni muestran interés.

Finalmente, a la hora de ver las intenciones de voto por candidato en las elecciones generales de octubre de 2023, los votantes de Javier Milei estuvieron sobrerepresentadas las dos categorías extremas: aquellos a quienes les molesta y aquellos que orientan sus decisiones de vida. Son, en cierta medida, los dos rostros del voto duro libertario: los mercantilistas racionales y los pragmáticos inmediatistas.

En el caso del voto a Miriam Bregman, está sobre representada en un 100% la categoría de la orientación amorosa y emocional. Hablamos del pequeño nicho del progresismo urbano no racionalista, sobre representado en el paisaje mediático e ideológico argentino.

Breves Conclusiones

La Astrología es una religiosidad en expansión. Pone orden en el mundo, permite el análisis de los contextos emocionales y de los vínculos afectivos en una época de precariedad y es consumible en términos individuales pero con una muy positiva tasa de conversión a lo gregario.

Por esto posee muchas de las características ambicionadas por las marcas vinculadas al consumo masivo: es joven, es femenina y, lo principal, representa a una Nueva Argentina de clase media baja, empobrecida y sumida en la incertidumbre y la falta de referencias éticas.

Se trata de un fenómeno mayoritariamente urbano y de la región centro del país. Pero su ritual de pasaje principal, la confección de la Carta Astral, alcanza a un quinto de la población y podría tener un gran potencialidad de crecimiento.

Su apropiación no es ideológica: la comparte el pequeño sector progresista urbano que se identifica con izquierdas como la de Miriam Bregman con un núcleo duro de votantes de Javier Milei que buscaban soluciones simples a problemas de larga data.

Por eso la astrología es racional pero no propia de fanáticos del mercado: pone orden, pero es un orden con arreglo a valores que no son los de la Transaccionalidad Mercantilista sino los de la Transaccionalidad Inmediatista.

Finalmente, buscamos el tipo de relación con la astrología entre aquellos que declararon votar a Javier Milei y a Miriam Bregman en las elecciones generales, para cruzar esta creencia con los supuestos polos ideológicos (”derecha” e “izquierda”) de la población.

17 de octubre de 2023

Elecciones 2023: ¿la hora de los que no tienen nada que perder?

A pocos días de las elecciones de 2023, un análisis de los votantes de los tres tercios que componen la escena.

análisis

elecciones 2023

El estudio al que vamos a referirnos se basa en una encuesta a nivel nacional con aproximadamente 8400 casos en todo el país, una de las más robustas de las que están circulando en la actualidad. La misma fue realizada en un período de tiempo en el cual el dólar blue llegó sólo a $ 800. El campo de la misma se cerró recién horas después del “caso Insaurralde”.

Dejando en claro estas condiciones, en proyectamos indecisos de acuerdo a resultados de elecciones anteriores. En las aperturas posteriores decidimos conservar el porcentaje de indecisos original, que es de un 10,1%.

Sin embargo, a la hora de mirar en detalle las aperturas de los votantes de acuerdo a ciertas variables sociodemográficas, se puede percibir que la confirmación de la elección de «tres tercios» -o de dos tercios y un cuarto- lleva en su interior, más allá de los votos ideológicos y las fracturas políticas y tal como vienen señalando diferentes antropólogos y analistas, un nuevo tipo de fractura social entre aquellos que, mayoritariamente jóvenes y mayoritariamente varones, se hallan por fuera de las articulaciones institucionales propias del siglo XX y, en los términos del capitalismo industrial, parecen «tener poco que perder». Son los votantes de La Libertad Avanza y su candidato Javier Milei, cuyo perfil es de una naturaleza bien diferente a la de los votantes de Unión por la Patria y de Juntos por el Cambio, quienes más allá de sus confrontaciones discursivas cada vez son más parecidos entre sí cuando se miran ciertas variables estructurales en detalle.

Los votantes de LLA son preponderantemente menores de 40 años, con una abrumadora mayoría de jóvenes entre 16 y 25 años. Como puede verse en las aperturas que siguen, pocos de ellos poseen empleo formal, muchos son inquilinos o no poseen un hogar propio, abundan los desocupados y todos aquellos que día a día salen a la calle en busca de su pan, como los gauchos que antaño recorrían el territorio nacional.

Por el contrario, los votantes de Patricia Bullrich parecen ser un espejo inverso: la candidata de Juntos por el Cambio se hace fuerte en la población de adultos mayores de 70 años, entre los cuales posee casi un 50% de intención de voto. Son propietarios, de nivel socioeconómico más alto. Dueños de empresas o de emprendimientos. Y también de un antiperonismo silverstre.  

Unión por la Patria, por su parte, empieza a elevar su intención de voto aproximadamente a partir de los 40 años. Se trata, en términos relativos, de una población envejecida. Con trabajo en blanco, que vive en el confort, y que al igual que los votantes de Myriam Bregman dan un alto contenido ideológico a su voto. 

Un detalle no menor es que la mayor porción de los indecisos es sociodemográficamente parecida a los votantes de La Libertad Avanza.

Los nuevos gauchos son más pobres. JxC y UP tienen mayor representación proporcional en los sectores altos. Con una diferencia: Bullrich no llega al 14% en los NSE bajos. Massa subperforma en los votantes más pobres: el peronismo ya no los puede representar en forma mayoritaria.

El voto femenino que Milei pierde va a Massa, a Bullrich y/o a indecisos. Pese a su insistencia con la cuestión de género, la izquierda no registra un porcentaje significativo de votantes mujeres.

Los votantes de Unión por la Patria y de Juntos por el Cambio son sociodemográficamente parecidos

Resetear sí, dolarizar no tanto

Lo que parece «agrietar» la elección del 22 de octubre no es tanto la supuesta discusión ideológica, ni el voto bronca o castigo hacia el oficialismo, si no más bien un impulso de aquellos que tienen poco que perder y viven por fuera de las instituciones del siglo XX a «resetear» el sistema. 

Resetear no es lo mismo que incendiar, ni dar un salto al vacío, ni tener bronca: resetear es hacer un movimiento rápido y contundente que permita barajar y dar de nuevo. El reseteo surge del hartazgo y tiene consecuencias inciertas (no se sabe qué información se perderá) pero es un impulso hacia el cambio, hacia un nuevo inicio. 

Los cuadros que siguen muestran las principales motivaciones a la hora de elegir un nuevo presidente dentro de nuestra muestra que, como dijimos, tiene aproximadamente 8400 casos a nivel nacional. 

El driver de voto preponderante en el electorado es el cambio: el 47,4% de los votantes votará a aquel candidato que inspire la sensación de “que las cosas cambien radicalmente de una buena vez”. Se podría decir que tanto en esa opción como en aquella que “quiere un presidente razonable” (21,6%) las cuestiones ideológicas no tienen un peso significativo. Juntas, estas opciones suman un 69%.

El voto por valores, el clásico, el ideológico, apenas cosecha poco más que un cuarto de las opciones, con un 27%. El voto específicamente contra el oficialismo cosechó apenas un 3,5%. Estos son los límites del “voto bronca”: no es para terminar el gobierno de una coalición específica. Es un voto de reseteo con deseos de vivir mejor. Lo más pronto posible. Nadie quiere esperar.

En aquellos que dicen optar por Javier Milei, el deseo de un cambio radical trepa a un 75%. Pero esta opción también supera al 40% en votantes de Bullrich, en los de Schiaretti, en los anuladores o blancos y en los indecisos.

Los votantes de Milei no son entonces “ideológicos”: solo un 15% de sus votantes dice compartir sus valores, mientras que en el general esa categoría cosecha un 27,5% de las opciones. No hay un marcado sesgo anti oficialista entre el pueblo de LLA.

Entonces, más que “bronca” –cuando se vota en contra- lo que parece suceder es que el otro ya no cuenta, es casi indiferente, se busca algo nuevo y superarlo. Resetear la máquina, acaso más allá de lo razonable.

Massa y Bregman son los que cosechan un voto más “valorativo” o ”ideológico”: ambos sobreperforman esta categoría por encima de los 40 puntos (cuando los “Valores similares” representan un 27,5%).

Bullrich casi triplica el voto anti oficialista dentro de sus electores, con un 8,8% frente a un 3,5% de media general. Pero no descolla en ninguna de las otras categorías.

Entre aquellos que anulan y los indecisos, el deseo de que las cosas cambien radicalmente de una buena vez es más alto que en todos los candidatos salvo Javier Milei.

La dolarización, sin embargo, no parece optar de un consenso amplio. Y representa una grieta de nuevo tipo. 

Los votantes de Javier Milei son el núcleo duro del apoyo social a la dolarización (casi un 80% de sus votantes la apoyan).

Los de Massa son el núcleo duro de los que se oponen (un más de un 75%).

Esta parece ser la nueva grieta entre minorías intensas. Por eso, parece un elemento importante pero no suficiente para decidir la elección.

Luego, de los votantes de Bullrich, y si bien un 53% dice estar en contra, más de un 20% la apoya y más de un 27% no lo sabe.

Entre los indecisos y aquellos que votarán en blanco, las dudas sobre la dolarización son mayores (en ambos casos el “no sé” supera el 30%), pero la tendencia es a estar “en desacuerdo” o “muy en desacuerdo”.

Pero, ¿Qué es la dolarización en la cabeza de las personas que respondieron esta encuesta? Para profundizar en esta cuestión decidimos otorgar un nuevo set de opciones, que se vinculasen menos al acuerdo o al desacuerdo que a la sensación que generaba la medida. 

De acuerdo a esta repregunta, para los votantes de Milei, que la apoyan en más del 87%, parece ser la simplificación de la vida. Los convencidos llegan al 52,1% de los votantes de LLA.

Para los votantes de Massa, que la rechazan en más de un 90%, parece ser el fin del mundo en el que añoran vivir. Los plenamente convencidos de sus efectos negativos son, en el anverso de los de LLA, un 52,9%.

Tanto los votantes de Bullrich y el resto de las fuerzas políticas, ante la incertidumbre de los efectos de la medida, se orientan a defender la moneda nacional en valores de aproximadamente un 40% (que asciende a un 50% en los indecisos). El vector de la defensa de la patria parece mostrar un peso notable.

Un tercio de los indecisos, sin embargo, señala que “se podría probar”. Esto parecería indicar que son una población sui generis. Los que, en última instancia, decidirán.

Un tercio de los indecisos señala que «se podría probar» con la dolarización, pero la mayoría no parece estar de acuerdo con la medida

Breve conclusión

Los bloques sociales que se enfrentan en esta elección tienen más que ver con sensibilidades que con ideologías.

Con el deseo de un cambio radical y de individuos atomizados y desinstitucionalizados que ya están hartos del statu quo. Y desean que este cambio suceda rápido.

Tienen la esperanza de un mundo más simple y con certidumbres para la competencia.

Un mundo cuyas jerarquías estén establecidas por el mérito individual y no por corporaciones.

Lejos de la vieja argentina igualitarista y estado céntrica. Lejos del republicanismo y de la retórica ideologizada.

En este plano, la dolarización no termina de convencer a las mayorías. Principalmente por el deseo de defensa de la moneda nacional. 

1 de septiembre de 2023

Barrios de preferencia y problemáticas de la Ciudad de Buenos Aires

Percepciones sobre la ciudad, sus barrios y atributos de la experiencia en CABA.

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buenos aires

En base a las controversias en la que está inmersa la cuestión de la regularización de la Ley de Alquileres, y al gran problema de vivienda que afecta a un creciente número de habitantes de la ciudad de Buenos Aires, realizamos una encuesta para preguntarles por sus percepciones en torno a sus barrios. Dentro de este horizonte, y para comenzar con un marco, preguntamos en primer lugar si conocían en qué Comuna vivían. El resultado de este interrogante fue que un 78% sabía en qué comuna vivía de acuerdo al domicilio declarado, un 12% se equivocó a la hora de señalar su Comuna de residencia y apenas un 10% declaró no saber en qué Comuna habitaba.

Luego pasamos al terreno de los barrios de preferencia, y de la conformidad con el barrio donde se vive. Casi un 57% de los porteños está conforme con el barrio en el cual vive actualmente, mientras el 43% restante no lo está. Sin embargo, al hacer una apertura de estos números la desigualdad en la calidad de vida entre el sur y el norte de la ciudad se hace palpable. Constitución es el barrio que acumula una mayor cantidad de frecuencias de personas que, si pudieran, cambiarían su barrio, con poco más de un 83%. La siguen Balvanera (82%), La Boca (81%) y San Nicolás, con casi un 79%. En el otro extremo, Núñez con un 88,5%, Chacarita con casi un 73%, Belgrano con casi un 80% y Villa Urquiza con un 69% son los barrios donde una mayor cantidad de encuestados declaran que, si pudieran elegir un barrio para vivir, elegirían el propio.

Pasando a otra instancia, y en el mismo sondeo de 1500 casos, preguntamos por los atributos positivos y negativos más valorados de la Ciudad de Buenos Aires. La opción de la pregunta era múltiple, con la posibilidad de elegir dos respuestas entre las opciones. Aquellas que acumularon mayor preferencia fueron “Su vitalidad cultural y la variedad de actividades y espectáculos” (31,2%), “Su gente, mi familia, que me siento en casa” (29,9%) y “Sus plazas y espacios públicos” (24,5%). Aquellos atributos positivos que menos valoración cosecharon fueron “Su seguridad, me siento tranquilo en la calle” (11,7%), “El sistema de salud y la escuela pública” (10,8%) y “Sus valores de inclusión y tolerancia” (3,9%). En el medio, con 14,3% y 13,9% respectivamente, quedaron “Que es una ciudad del primer mundo, cosmopolita” y “Sus negocios, shoppings y comercios”.

Como señalamos, realizamos el mismo ejercicio con atributos negativos. En este orden, hubo paridad en alrededor de 30% de la concentración de las respuestas en tres problemas: “La dificultad para alquilar y encontrar un buen lugar para vivir”, “El costo de vida” y “El tránsito y la dificultad para moverse”. En el lote del medio, con un 23% aproximado, quedaron “La pobreza que se ve en las calles” y “La inseguridad”. Cerca, con un 16,3% de las opciones, quedó “La contaminación ambiental, sonora y visual”. Relegadas, y en concordancia con las respuestas sobre atributos positivos, quedaron “La falta de espacios públicos” (3,6%) y “su gente” (2,3%).

Este sondeo nos habla de que la Ciudad de Buenos Aires es reconocida por su vitalidad cultural, los espacios de uso común y su gente. El vector de compartir experiencias es altamente valorado, lo que hace que, en cierto punto, y pese a que hablamos de una megalópolis, se pueda seguir pensando en aquella “Gran Aldea” de la que hablase Vicente Fidel López. En lo tocante a la apertura de estas respuestas por comuna, es notorio que las comunas del norte de la ciudad valoran con mayor fuerza la cuestión del cosmopolitismo, mientras que las del sur poseen una identidad más gregaria, con una valoración mucho más alta de los vínculos y naturalmente menor de la infraestructura. Buenos Aires, es, también, al menos dos ciudades en una.

Breve conclusión

Para concluir con este análisis, dos datos curiosos que aportó la apertura por comunas de nuestra encuesta. En primer lugar, las Comunas 2 (Recoleta) y la 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya) están entre las que subperfoman en su percepción de la seguridad como atributo positivo, es decir, las que se autoperciben como más inseguras, con un score de alrededor de un 7%, lo que representa 5 puntos por debajo de la media. ¿Es la misma inseguridad la que se vive en una y en otra? Por otro lado, las comunas cuya población tiene un nivel socioeconómico menor (principalmente localizadas en el sur de la ciudad) son aquellas que mejor valoran el sistema de salud y la educación pública. ¿Será acaso porque son aquellos que más las usan realmente?

24 de julio de 2023

Los porteños y sus animales de compañía

Profundizamos sobre la relación entre los habitantes de la ciudad de Buenos Aires y sus mascotas. Las pet families y el amor: sólo un 12% declara haber comprado y el importante espacio afectivo ocupado por los animales.

análisis

buenos aires

Analizamos ya la gran presencia de los animales de compañía en los hogares de la ciudad de Buenos Aires, y su convivencia con el 57% de los porteños. Ponderamos que dentro de una mayoría de perros, los gatos son aquellos más elegidos por los jóvenes, y dimensionamos también la inversión en estos animales. 

En esta segunda parte de los resultados de la encuesta sobre animales de compañía queremos enfocarnos en otros temas, quizás más «blandos»: lo que los animales de compañía representan para las personas (recordemos que el 75% de los convivientes eran los «dueños»). 

Para empezar con estas cuestiones decidimos preguntar en primer lugar cómo habían llegado los animales de compañía a la vida de nuestros encuestados. De esta forma, aprendimos que la mayor distribución de frecuencias está entre aquellos que adoptaron al animal (32%), muy cercanos a aquellos que llegaron a sus mascotas a través de conocidos, amigos o familiares. Un 26% dice haberlos encontrado en la calle, mientras que un 12% declara haberlos comprado. 

¿Cómo fue que llegó a tu vida?

Si los animales de compañía cada vez parecen comprarse menos y la conexión con los mismos se produce por vías afectivizadas o gregarias, su lugar dentro de la economía afectiva de los hogares parece cada vez más significativo. Para intentar caracterizar a la relación entre los «dueños» y sus animales nos nutrimos de algunas categorías exploratorias que surgieron de entrevistas en profundidad a dueños de pet shops y a veterinarios además de a convivientes con mascotas. El 5% de los entrevistados adscribió a la frase que proponía «los tolero porque son de otra persona de mi familia», mientras que el 23% declaró que «son simplemente mascotas, me hacen compañía». Por otra parte, el 18% se inclinó a la opción que proponía que «son como hermanos o amigos, miembros de la familia» y un 54% declaró estar más de acuerdo con la frase que aseveraba que «Son como hijos para mí, los amo». De esto se desprende de que dentro del universo de un 57% de las personas de la ciudad de Buenos Aires que conviven con animales, hay un 72% que considera a estos animales de compañía como miembros de su familia, y en la mayoría de casos similares a hijos.  

¿Cómo definirías la relación que los une?

Pet families y emocionalidad

La importancia de los animales de compañía es tenida en cuenta pocas veces por disciplinas como la urbanística, la arquitectura o el diseño de políticas públicas o culturales, como así también de cuidado. Sin embargo, los resultados de este sondeo en la Ciudad de Buenos Aires muestras que las llamadas «pet families» son mayoritarias, que el valor emocional aportado por los animales de compañías es amplio y extendido. Al final de esta encuesta, y basándonos en la metodología utilizada anteriormente, preguntamos por el aporte emocional de los animales de compañía. De esta forma, y otra vez dentro del universo de los convivientes, un 2% dijo «Me molestan, preferiría que no estuvieran», un 13% dijo «Me dan trabajo pero contribuyen al buen clima familiar», un 24% señaló que «son una compañía» y finalmente un 61% optó por la opción que proponía «Me transmiten un amor puro que no abunda entre humanos». 

¿Cuál es el aporte emocional del animal que vive en tu hogar?

23 de mayo de 2023

El principio del amor: uso social de las aplicaciones de citas

¿Cuál es la llegada de las aplicaciones de citas? ¿Cuáles se utilizan más? Y lo más importante: ¿Para qué? En este sondeo intentamos responder a estas preguntas, que de una forma y otra incluyen el concepto de fidelidad.

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sociedad

El salón victoriano, los matrimonios por conveniencia, las danzas rituales, las discotecas o las aplicaciones de citas aparecen como diferentes modalidades para conformar parejas. En el caso de estas últimas, la principal novedad es la intervención de diversos sistemas de inteligencia artificial capaces de encontrar afinidades electivas entre personas. ¿Pero qué porcentaje de la población las utiliza? ¿Cuáles son las más elegidas? ¿Y qué representaciones tienen estos usuarios sobre los vínculos románticos y de pareja? Realizamos una encuesta de 5 mil casos a nivel nacional preguntando por estas cuestiones.

¿Alguna vez utilizó una aplicación de citas?

Un porcentaje apenas superior al 19% de la población utiliza o utilizó alguna vez las llamadas “apps de citas”.

¿Cuál es la que utiliza o utilizó con mayor frecuencia?

Dentro de este número, las más conocidas son Tinder (39%) y Happn (17%). Existe una gran dispersión dentro de esta categoría, ya que el “Otras” concentra un 29% de las frecuencias. Ok Cupid, una app de citas muy citada entre las minorías hipersensibles de las clases dominantes, cosecha apenas un 4%, por detrás de Grindr, que suma un 9% aproximadamente.

¿Con qué objetivo decidió usarlas?

En lo que se refiere a los drivers o motivaciones que llevan a las personas a utilizar estas tecnologías, y a encomendarse a ellas en la búsqueda de experiencias sensibles, encontramos que el porcentaje mayoritario, un 32%, se entrega a ellas con el objetivo  de conocer una pareja. Un 25% lo hace en busca de un “touch and go”, romances fugaces, y un 21% acude a las mismas con expectativas de una relación de amistad. Finalmente, un 22% dice utilizarlas para “Experimentar”. Cuando hicimos un buceo abriendo la nube de palabras de esta categoría encontramos sentidos que abarcaban desde la experiencia de pasar el tiempo, seducir sin necesidad de “concretar”, o buscar sexo grupal o relaciones swingers. Tanto en “Experimentar” como en “Amistad” hay una significativa búsqueda de relaciones no presenciales. Como breve conclusión, podríamos decir que del 19% de la población que alguna vez utilizó app de citas,  alrededor de tres cuartas partes lo hacen para que el contacto llegue a instancias cara a cara.

¿Qué pensás de la monogamia?

Esta encuesta terminó con una pregunta más general, vinculada a las relaciones sexoafectivas. Su objetivo era pensar las aperturas a las preguntas precedentes, y realizar también cruces por edad, nivel socioeconómico, ubicación geográfica. Intentamos formularla del modo más simple posible: “¿Qué pensás de la monogamia?” Y como respuesta propusimos tres opciones. La primera fue “Creo que debe funcionar como un ideal, pero en la realidad hay un acuerdo tácito de que es imposible de practicar”, que cosechó un 31% de las frecuencias. La segunda fue “Creo que es la única forma sana de relacionarse con una pareja”, que fue la más seleccionada con un 58%. La tercera, por su parte, fue “No me interesa, creo que es algo arcaico y prefiero el poliamor”, con un 11%.

20 de mayo de 2023

¿Cuál es tu artista argentino favorito?

Basado en una encuesta de 1200 casos en Capital Federal, preguntamos por las preferencias musicales de los porteños.

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buenos aires

A través de una encuesta de 1200 casos en capital Federal, preguntamos por las preferencias musicales de los porteños. Para elegir el set de opciones que propusimos nos basamos en una pregunta realizada en grupos focales sobre vida cultural en el espacio público y en el espacio hogareño que veníamos llevando a cabo. En los grupos,  la pregunta sobre “¿Cuál es tu artista argentino favorito?” servía al mismo tiempo para romper el hielo y para introducir el horizonte sobre el que versaría la guía de pautas.

Luego, semanas más tarde, la duda sobre las respuestas y sobre los segmentos actitudinales que estábamos trabajando nos impulsó a repetir la consulta a través de la encuesta que presentamos, valiéndonos de los artistas más mencionados en los grupos. Así las cosas, preguntamos por Charly García  (13,6% de las preferencias), Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota (10,3%), Los Nocheros (10%), Mercedes Sosa (9,3%), Los Palmeras (7,2%), Martha Argerich (6,6%), Julio Sosa (6,2%), Lali Espósito (6,2%), Babasónicos (5,2%), Duki (2,5%) y Ricardo Iorio (1,8%). Dada la gran dispersión de la categoría, un 20,6% respondió que Ninguno de los anteriores.

Preferencias de acuerdo al género y a la orientación política

Al abrir estas preferencias de acuerdo al género, encontramos que entre las mujeres hay una mayor predilección por Babasónicos, Lali Espósito y Los Nocheros, en una proporción de aproximadamente dos tercios. Mientras que entre los hombres las frecuencias muestran una concentración más nítida en Julio Sosa y en Ricardo Iorio, con valores superiores al 80% dentro de sus electores.

Finalmente, nos permitimos cruzar estos resultados con la valoración de ciertas preferencias políticas de los encuestados. Entre aquellos que valoraron positivamente a la figura de Cristina Fernández de Kirchner sobreperforman aquellos que habían elegido a Mercedes Sosa, a Babasónicos y a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, esto es, la proporción de preferentes de estos artistas es más de 50% más alta en aquellos que simpatizan con la dos veces presidenta. Aplicando el mismo sistema de lectura, entre aquellos que muestran una alta valoración del ex presidente Mauricio Macri se destaca la alta frecuencia de preferencias por Julio Sosa, Martha Argerich y Duki.

12 de mayo de 2023

Valores progresistas, voto libertario. Apuntes para pensar una contradicción aparente.

Basado en una encuesta de alrededor de 10 mil casos desplegada a nivel nacional, este análisis indaga en las aparentes contradicciones de una sensibilidad política emergente, de características transaccionales, solidarias, liberales y con una empatía de nuevo tipo, tan lejana de los prejuicios progresistas como de las supuestas «nuevas derechas».

análisis

elecciones 2023

El avance electoral de partidos políticos ligados a las «nuevas derechas» muchas veces autoritarias y la proliferación de diversas usinas comunicativas vinculadas a la cultura libertaria eran hasta hace poco un fenómeno global que la Argentina miraba con curiosidad módica y distante recelo. Hoy, y al ritmo del prolongado deterioro económico y social que atraviesa nuestro país, signado por el crecimiento permanente de la inflación y el crecimiento ingente de la pobreza, y fogoneado también por algunas encuestas que vaticinan que Javier Milei será el candidato con más votos en las PASO, este escenario aparece como una opción material.

Como contrapeso al crecimiento y al aura ganadora que despliega Milei, que supuestamente «dice lo que hará» y repudia a la llamada «casta» política, el periodismo suele fascinarse con encuestas de valores que contravendrían esta tendencia, y presentan al «fenómeno Milei» como una anomalía transitoria y sólo apalancada en el enojo social. Para matizar esta lectura, en este texto venimos a presentar una interpretación sobre la contradicción aparente entre «valores progresistas» y «voto libertario» que parece atravesar a una parte de la sociedad argentina.

Nos basamos en una encuesta realizada a nivel nacional, con una totalidad de diez mil casos, y en ponderaciones realizadas con la ayuda de nuestro panel. De esta manera -el lector juzgará si con mayor o menor éxito- buscamos aproximarnos a las categorías nativas y evitar el sesgo progresista y técnico que aún portan muchas de las preguntas sobre valores en la encuestología que nos es contemporánea. Nuestras preguntas fueron formuladas como afirmaciones con respecto a las cuales los encuestados podían mostrar un nivel de acuerdo con una gradación de cinco opciones, dos de ellas “a favor”, dos de ellas “en contra”, y una opción de neutralidad para cada pregunta.

Desde los inicios de esta indagación los objetivos fueron claros: bucear en el “sentido común de derechas” que muchos agoreros observan con desazón con miras a las elecciones del año 2023. Sopesar el peso del antiguo intervencionismo estatal como respuesta a las diferentes problemáticas y disyuntivas sociales. Indagar asimismo en cuestiones como espiritualidad, medio ambiente o teodiceas de la desigualdad, en un momento previo o al menos paralelo a su codificación ideológica. 

Un nuevo liberalismo silvestre

Leyendo los resultados en términos generales, lo primero que surge es la ruptura de la matriz intervencionista-estatal como discurso creíble a la hora de proponer soluciones a las problemáticas sociales. Que esta ruptura correlacione directamente con un posicionamiento ideológico de “derechas” depende mucho de lo que se considere de derechas o de izquierda, y es una discusión que excede los objetivos de este análisis, o se encuentra en sus bordes. Lo cierto es que la idea de que el Estado es un actor capaz de solucionar algunas contradicciones propias de las sociedades del capitalismo occidental parece haber entrado en un franco declive, al menos en la Argentina. Cada vez que los políticos hablen de “más estado”, lo harán en este contexto.

Propusimos un set de cuatro preguntas vinculadas al intervencionismo estatal, rotadas en forma aleatoria durante la encuesta, y los resultados no dejaron de sorprendernos. Casi tres cuartas partes de los encuestados (74%) estuvieron Muy o Algo de acuerdo en que “Inventar nuevos impuestos jamás es solución para los problemas económicos”. Solo un 37.2% considera que “El campo debe contribuir con retenciones al desarrollo del país”. Un 63.2% de quienes respondieron estima que “Los controles sobre la moneda y los precios son perjudiciales para las personas como yo”. Y, finalmente, un 51.6% declara en la encuesta que “El Estado se dedica a mantener a personas que no quieren trabajar”. Los ciclos populistas e intervencionistas en la economía han dejado un sabor al parecer amargo sobre las capacidades del Estado a la hora de intervenir en la economía: ni las retenciones, ni nuevos impuestos o una propuesta más progresiva de los mismos, ni los controles de ningún tipo aparecen para grandes franjas de la población como herramientas eficaces. La idea de derechas de que la ayuda social contribuye a “mantener vagos”, sin embargo, se muestra polarizante. Más adelante nos enfocaremos en esta cuestión. 

El ocaso de los discursos intervencionistas

Otro set de preguntas que vendrían a completar esta aproximación al «liberalismo silvestre» que germina en nuestras pampas es la posición de los encuestados sobre algunos ejes que parecerían conformar la “doxa”, la opinión establecida del intervencionismo estatal. Preguntamos sobre si las dificultades de la economía argentina tenían una raíz foránea, sobre la necesidad de una reforma laboral que diese mayor capacidad de maniobra a las empresas, sobre los sindicatos y sobre una posible dolarización.

Con respecto al primer tema, poco más de un tercio de los encuestados (35.3%) cree que “Las principales fuentes de nuestras dificultades económicas son foráneas”. La matriz explicativa imperialista o de desarrollo y dependencia parece mostrarse en declive dentro de un mundo hiper-individualizado y fatalmente globalizado. El de la reforma laboral (“Es necesaria una reforma laboral que diera más flexibilidad a las empresas”) fue quizás el punto que más sorpresa trajo a la hora del análisis: un 73.7% de los encuestados se mostró de acuerdo o muy de acuerdo con esta frase. Si a esto le sumamos que un 70.8% de nuestro universo consideró algún tipo de acuerdo con la frase que rezaba “Los sindicatos son el mayor problema del país”, las interpretaciones del conflicto entre el capital y el trabajo, vertebradoras de muchos de los consensos progresistas, parece mostrar un clivaje de nuevo tipo.

Si la responsabilidad por los problemas económicos y sociales del país se atribuye más a la legislación laboral y al obrar de los sindicatos que a dificultades foráneas como la restricción externa, el comportamiento de empresas multinacionales o de potencias imperialistas, la hipótesis de la “derechización” social parecería certera. Sin embargo, se trata de una “derechización” que no está tan de acuerdo con la privatización de las empresas públicas ni con la dolarización de la economía, dos temas clásicos de las derechas neoliberales. El sentido común de la población, en este punto, parece un tanto más progresista. Sólo el 32.2% cree que “La única salida posible a la crisis económica permanente que padece la argentina es la dolarización”. Un número apenas mayor al que prefiere no expedirse sobre este tema (24%), que se considera delicado. 

Más que derechización lineal, lo que parece existir es un fuerte rechazo a las soluciones corporativas siglo XX, a las teorías de la dependencia estructural, al keynesianismo realmente existente. Y una necesidad latente de reforma del estado o de forjamiento de nuevas instituciones intermedias entre el viejo aparato público y la sociedad. En un mundo caótico y flexible, las ideologías son sólo propiedad de minorías intensas, mientras que las soluciones ya aplicadas, sean de izquierda o de derecha, generan niveles similares de rechazo o desconfianza. Podría hablarse de una derechización selectiva, en favor del libre albedrío de los trabajadores, de la iniciativa empresaria y del control estatal de la moneda y de ciertos servicios públicos.

Solidaridades ambientales

La supuesta “derechización” social muestra otros matices. El 57% de los entrevistados dijo estar de acuerdo o muy de acuerdo en que “la solidaridad es más importante que la eficiencia”, y tan solo el 31,7% dijo no estar de acuerdo con esta frase. Sin embargo, los números son similares cuando se consulta sobre si “la desigualdad es una consecuencia normal de la voluntad y el mérito de las personas”. ¿Cómo podemos leer esta aparente contradicción entre solidaridad y meritocracia? Quizás empezando a pensar en una subjetividad dispuesta a resignar algo en un marco que perciba como de justa competencia. Apenas un tercio de la población cree en que las condiciones de nacimiento determinan en gran medida el destino de los hombres, pero también un tercio cree que la eficiencia es un valor supremo a la hora de organizar una sociedad. Voluntarismo y sensibilidad humanista, rechazo del mercado como valor supremo y búsqueda de reglas percibidas como justas.

La sociología de Emile Durkheim habló de solidaridades mecánicas y orgánicas como una forma de comprender el tránsito entre modos de agregación premodernos y propios de la sociedad industrial y su organización del trabajo. El ecosistema emocional actual parece hablarnos de “solidaridades ambientales” nutridas de una ecología transaccional y empática a la vez.  Para nuestra sorpresa, la pregunta sobre cuán prioritaria es la agenda ambiental cosechó un 72% de acuerdo, con una tasa de rechazo de poco más del 10%. Ante la creencia de que esta agenda “no suma votos” expandida en la corporación política argentina, se trata al menos de un llamado de atención. Un tanto más baja pero de alcance similar es la tasa de aquellos que creen que “Dios existe y cada persona rendirá en algún momento cuentas por sus buenas y sus malas acciones”: esta frase cosechó un 60.6% de acuerdo, contra un 23.4% de desacuerdo y un modesto 16.1% de agnosticismo.

Meritocracia, solidaridad ambiental y creencia en la trascendencia son, a simple vista, valores antitéticos. Pero pueden convivir sin contradicciones en el sentido común transaccional que marca el pulso contemporáneo. E incluso dar lugar a la peregrina idea de que el Estado debe dar algún tipo de contención a los grupos sociales más desfavorecidos (retomamos: sólo el 51.6% está de acuerdo con la frase que dice: “El estado se encarga de mantener a las personas que no quieren trabajar”).

Y, al mismo tiempo, sumar algo poco esperado: una aceptación mayoritaria de la tolerancia a las identidades de género. La frase que proponía que “La tolerancia a las identidades de género es un requisito indispensable para construir una sociedad abierta” sumó casi un 57% de respuestas favorables, y un 32% de respuestas en sentido opuesto. Finalmente, una pregunta sobre la centralidad del deporte y los clubes como posibles vectores de políticas públicas de integración social cosechó el más alto de todos los acuerdos (aún más que aquella que preguntaba sobre si los sindicatos son uno de los mayores problemas del país): un 78%. Solidaridad, competencia, vida activa y naturaleza, pero articuladas por instituciones de un tipo diferente, insignias de una solidaridad ambiental que no puede ser leída en clave progresista: el 70.4% de los encuestados aseveró estar de acuerdo con que “La policía debería contar con más poder y autonomía para actuar”.

El ecosistema emocional actual parece hablarnos de “solidaridades ambientales” nutridas de una ecología transaccional y empática a la vez.

2001: el fin de la odisea

Los ciclos políticos que sucedieron al colapso de 2001 parecieron organizar su intervención sobre la lectura de que la sociedad reclamaba más Estado, y de que el peronismo era el garante del orden social. Hoy estos adagios, que fueron performativos, parecen haberse achicharrado pero no por eso consumido del todo. Son brasas que aún crepitan en el fuego del nuevo y mutante humor social, tocado además por la experiencia pandémica en formas que aún no han sido dimensionadas, y con una inflación que carcome los fundamentos del pacto social, ante la cual la corporación política se muestra impotente. Acaso un ejemplo de esto, y pasando ya a un último bloque del análisis más concentrado en ideologías políticas, se vincule a las percepciones en torno a la educación y los principales partidos que aún organizan el juego político argentino.

Afirmamos: “Al Frente de Todos le interesa más la educación que a Juntos por el Cambio”. Las respuestas arrojaron que un 28.1% de los encuestados coincidía con esta afirmación en mayor o menor medida, mientras que prácticamente un 58% respondió por la negativa, con un 14% de neutrales. Por su parte, aquellos que respondieron en forma positiva a la afirmación de que “Jamás votaría a un candidato vinculado al peronismo” representaron 53.3% de los encuestados, mientras que casualmente un 30% lo negó. Aparece ahí la tentación de incurrir en la falacia ecológica para afirmar que hay un solapamiento entre el 28.1% de la pregunta anterior -aquellos que vinculaban al Frente de Todos a una mayor preocupación educativa- y este 30% de no-antiperonistas. La traslación de estos resultados a pisos y techos electorales parece sin lugar a dudas apresurada, pero marca cierta temperatura electoral.

El fracaso de las diversas “avenidas del medio” en la historia reciente de nuestro país pesa como un hecho traumático para muchos de aquellos cansados de la polarización y cierta codificación de los debates en matrices de lectura binarias. Sin embargo, la intrincada relación entre expectativas sociales y oferta electoral parece volver a emerger en el contexto de nuestro estudio. Un 63.8% de los encuestados optó por estar de acuerdo con la frase que proponía que “Las dos fuerzas políticas que gobernaron en los últimos períodos fracasaron y necesitamos una nueva opción”, mientras que un 28% rechazó la idea. El deseo es volátil, el voto es pasional, dicen aquellos que prefieren caracterizar a los votantes como «tontos emocionales», y estos fríos números pueden significar bien poco. O no: dependerá de las rispideces al interior de los partidos políticos y de la ambición de los jugadores que deben desplazarse por un tablero tan resbaladizo como abierto.

Aunque gobierna el mundo y las decisiones de mercado se basan en ella, se considera que la estadística es una disciplina aburrida. Este estudio, sin embargo, se topó con un hallazgo que mirado con amor podría resultar gracioso o al menos sintomático. El nivel de acuerdo y de desacuerdo con la frase sobre el fracaso de las fuerzas políticas que organizan el escenario electoral argentino fue equivalente al cosechado por otra frase: “Cuando tengo que elegir presidente, siempre voto al candidato que mejorará mi poder adquisitivo”. Esta reunió un 63.6% a favor y un 28.8% de desacuerdos, lo que representa prácticamente los mismos niveles de acuerdo y de desacuerdo que había mostrado la frase analizada anteriormente, que proponía que ”Las dos fuerzas políticas que gobernaron en los últimos períodos fracasaron y necesitamos una nueva opción”. Un sector mayoritario de “la gente” siente que necesita una nueva opción, pero al mismo tiempo votará a aquellos que le otorguen la percepción de una mejora en su situación personal. El país necesita una nueva opción, pero yo no estoy tan seguro de necesitarla. O necesito una nueva opción que además -y principalmente- mejore mi economía, en un país casi acostumbrado al caos de expectativas y a una inflación fuera de la escala occidental.

Afirmamos: “Al Frente de Todos le interesa más la educación que a Juntos por el Cambio”. Las respuestas arrojaron que un 28.1% de los encuestados coincidía con esta afirmación en mayor o menor medida, mientras que prácticamente un 58% respondió por la negativa, con un 14% de neutrales.

Breves conclusiones

Las teorías de los votos ideológicos duros o las estimaciones de pisos y techos electorales nutren el debate sobre los escenarios políticos, pero no suelen tener en cuenta las contradicciones entre temperamentos políticos, temperamentos sociales y las sensibilidades que caldea cada época. Este análisis, basado en una importante encuesta de opinión pública, intentó mostrarse como un bosquejo para abordar la enorme complejidad de los sentimientos públicos y los sentimientos en torno a lo público político en nuestros tiempos. Las posibilidades de clusterización que se abren ante nuestro set de preguntas son tentadoras, pero quedan reservadas para el mundo de la consultoría privada. 

La hipótesis es que nos enfrentamos a subjetividades plásticas y compartimentadas, dueñas de un combo entre pragmatismo transaccional, empatía naturalista, espiritualidad premoderna y una idea de justicia hiper individualizada que se basa en una teodicea meritocrática. Dicha complejidad demuestra la subestimación del votante de la que se sirven las teorías o el sentido común campechano tan propio de la corporación política que lo tratan como a un “tonto emocional” que acude a las elecciones hechizado por sensaciones pasajeras. 

Una coyuntura donde el peronismo ya no es invocado para restaurar el orden y su retórica de derechos sociales choca con un liberalismo silvestre que reclama contundencia transaccional, donde opciones de ultra derecha libertaria crecen apoyándose en algo más que «bronca», y respondiendo a intrincadas razones histórico culturales, y donde la oposición tradicional de Juntos por el Cambio despierta cualquier cosa menos entusiasmo invita a investigar más y de modo más complejo. No son pocos los desafíos ante un ciclo social donde ciertos consensos básicos de la vida común parecen amenazados y el deseo social de Estado no se extingue pero exhibe importantes metamorfosis.

3 de mayo de 2023

¿Quién fue el mejor presidente desde 1983 para los argentinos?

Una encuesta sobre el recuerdo sociales de los presidentes argentinos. La vigencia de Kirchner y Alfonsín, y algunas sorpresas sobre Menem y Cristina.

análisis

política

Se van a cumplir cuarenta años del regreso de la democracia en la Argentina y seguramente esa efeméride redonda habilitará una multiplicidad de análisis, balances, juicios y evaluaciones sobre la historia recorrida en esas cuatro décadas y las metamorfosis que la sociedad argentina experimentó en ese lapso, el más extenso de democracia constitucional de nuestra historia. Desde el trauma de la salida de la dictadura pasando por las crisis económicas profundas que en varias oportunidades sufrió el país y los logros y fracasos conseguidos en materia social y económica, la democracia va a ser tema de debate y autoexamen. De hecho, desde hace unos años lo viene siendo cada vez con más intensidad, con voces que si bien no la cuestionan abiertamente (ese umbral aún no se cruzó) se pronuncian sobre un alegado largo trayecto de decadencia que daría cuenta de una disociación entre continuidad electoral y resultados positivos sobre el bienestar económico y social.

Una mirada cuantitativa para aproximarnos a la evaluación social que hace la población de estos cuarenta años de democracia puede partir de conocer que valoración les da a los diversos gobiernos que estuvieron a cargo del país: por supuesto, los procesos virtuosos o fallidos de estos, por suerte, largos años democráticos exceden a un período de gobierno y se solapan entre sí, muchas veces de manera contradictoria. Pero la democracia argentina está jalonada de liderazgos fuertes que marcaron su época, muchas veces tiñendo con su impronta todos los aspectos y sensibilidades que constituyen una época: los años de Alfonsín, los años de Menem, los años de los Kirchner, hacen referencia a algo más grande que la suma de políticas públicas que instrumentaron esos presidentes, forman parcelas de tiempo histórico que la memoria social asocia con momentos ineludiblemente unidos a nuestras propias vidas privadas y públicas. Partimos, entonces, de una pregunta general sobre quién consideran los encuestados el mejor presidente argentino desde 1983. Teniendo en cuenta que alrededor de la mitad de la población tiene menos de 40 años, la elección del mejor presidente involucra no sólo un juicio sobre lo vivido en primera persona, sino también en muchos casos una adhesión que se nutre de imágenes, relatos, identidades heredadas o redescubiertas ex post.

Mejor presidente

Sobre 10 mil casos en todo el país.

Néstor Kirchner encabeza la lista de preferencias con 24,5% de las menciones y en segundo lugar aparece Raúl Alfonsín con 18,9%. Casi la mitad de las preferencias se concentra en estas dos presidencias, que encierran similitudes y diferencias notables que van mucho más allá del diferente origen partidario. En primer término son dos presidencias que emergen después de un trauma: la dictadura, la guerra de Malvinas y el desastre económico del Proceso en el caso de Alfonsín y el colapso social y económico del 2001 en el caso de Kirchner. Presidentes ungidos en momentos de extrema debilidad que mostraron enseguida una fuerte vocación política de reconstrucción, no sólo nacional, sino de sus propios liderazgos políticos: Alfonsín soñó con la construcción de un “tercer movimiento histórico” que superara tanto al peronismo como al propio radicalismo con una impronta socialdemócrata que cerrara la página del empate catastrófico entre el peronismo y el antiperonismo que marcó la política argentina desde 1955. Kirchner, por su parte, electo por una de las fracciones del peronismo en 2003, en poco tiempo construyó un liderazgo y un espacio propio, al que sumó sectores de la centroizquierda no peronista, movimientos sociales (un actor emergente del post 2001) e incluso segmentos del radicalismo. Las diferencias más notables, claro, tienen que ver con las diferentes trayectorias económicas de ambos gobiernos, el de Alfonsín marcado por la crisis crónica y el final hiperinflacionario y el de Kirchner por la recuperación económica en sus cuatro años, indicadores al alza de la era de las “tasas chinas”. Dos liderazgos fuertes, personales, con resultados materiales opuestos. El gobierno de Alfonsín terminó hace 33 años, el de Kirchner hace 15. ¿Cuánto influye en la consideración social esas distancias históricas? ¿Cuánto de la imagen de Alfonsín en este tiempo transcurrido pudo deshacerse de su fallida economía y revalorizar su papel como primer presidente de la post dictadura? ¿Cuánto, en el caso de Kirchner, sigue pesando la presencia todavía central de su apellido en la discusión pública y el recuerdo del alivio económico de la salida de la crisis de 2001?

En tercer lugar aparece posicionado el último expresidente, Mauricio Macri con 14,4% de las preferencias, seguido por la primera presidencia de Carlos Menem con 11,4% (y 4,3% para su segundo período). No es arriesgado conjeturar que los valores altos de Macri se relacionan a su presencia activa en la política actual como líder de un espacio político que dejó el gobierno con cerca de 40% de los votos y ganó las últimas elecciones legislativas. Demasiado temprano para saber si esa valoración, incluso entre sus simpatizantes, resistirá el paso del tiempo pero está claro que a pesar de los enormes problemas económicos de su gestión consiguió galvanizar un núcleo de apoyo que lo considera al momento de realizada la encuesta como el mejor presidente de los últimos 40 años. El caso de Menem, mucho más incómodo por el lugar que su legado ocupa en el espectro político actual (un presidente peronista que llevó a cabo una política económica de la que hoy su propio partido abjura, que no tiene casi valedores públicos a pesar de haber dominado el escenario político durante una década), sin embargo acumula una porción significativa de las menciones. Más atrás, resulta un tanto sorpresivo los bajos valores de Cristina F. Kirchner, teniendo en cuenta que cuenta con un núcleo activo y movilizado de simpatizantes que reivindican su gobierno como consagración del proceso iniciado por Néstor Kirchner en 2003, y mucho más, por su centralidad casi excluyente en el escenario político actual.

Agrupando por “familias políticas” o modelos emparentados de país, podríamos ensayar un cálculo que sume las menciones de ambos Kirchner (y por qué no, sumar el magro y previsible 2,2% de Alberto Fernández) para obtener un 41% de las preferencias, lo hablaría de una notable presencia de simpatías o de reivindicación de ese espacio político. De la misma manera, si sumamos las menciones a las dos presidencias de Menem y las de Macri (e incorporar el minúsculo 0,5% de De la Rúa), en una familia de presidencias de orientación liberal (por usar una etiqueta común que caracteriza esas experiencias al menos en lo relativo a la mirada económica), obtenemos un 30,6% de las preferencias. Dos bloques antagónicos que dejan afuera a los que eligen a Alfonsín, difícil de incluir en alguna de esas dos grandes “familias” presidenciales: ¿lo eligen por su rol de carismático presidente socialdemócrata? ¿por su carácter de presidente al que el peronismo “le hizo la vida imposible”? ¿por su imagen actual ya pasados años de su muerte, con el efecto benefactor del paso del tiempo?

Una manera de profundizar en los significados sociales de estas preferencias es verlas cruzadas por la ubicación en la pirámide social. Los dos presidentes más elegidos en los tres estratos socioeconómicos continúan siendo Kirchner y Alfonsín, pero Macri asciende a 26,5% de las menciones en el segmento alto, mientras que en el estrato más bajo sólo registra 16,4%. De forma similar, la primera presidencia de Menem reúne casi 10 puntos más en el segmento más alto que en el bajo. De forma inversa, la preferencia por el segundo mandato de CFK casi duplica en el estrato bajo las recolectadas en el segmento alto. Sacando esas diferencias puntuales, el cuadro que se observa es de una relativa consistencia entre los diferentes estratos sociales: consensos que superan la posición individual en el campo social, un trazo grueso de reconocimiento a presidencias ordenadoras engendradas en momentos de extremo peligro social.

Mejores presidentes según nivel socioeconómico

Menciones múltiples, por lo que el total para cada segmento excede el 100%.

La elección de las mejores presidencias tiene un componente etario evidente: haber vivido en carne propia un período histórico implica una experiencia distinta que conocerlo por terceras personas, o formarse un juicio con información de segunda mano, por más exhaustiva que esta sea. Por supuesto esto no significa que quienes vivieron determinado período mantengan hoy el mismo juicio que en ese momento del pasado. De hecho, el ejemplo de Alfonsín es el más notable: de tener que adelantar su final de mandato en medio de la hiperinflación y los saqueos de 1989, a tener una imagen negativa durante los años 90s para, con el nuevo siglo, reconfigurarse como patriarca del radicalismo y, para un consenso discutido pero cada vez más instalado, como “padre de la democracia”. Otras figuras, más presentes por su plena actividad política en la actualidad, como Macri y CFK corren con otro tipo de perspectiva histórica, en la que el presente impide la toma de distancia.

Mejores presidencias según edad

Primeras y segundas menciones.

El dato más llamativo es la aparición de la presidencia de Menem como la segunda más mencionada en el grupo de edad más joven. En ninguno de los otros grupos de edad Menem llega a los primeros lugares. Resulta casi imposible de relacionar estas menciones a la época inaugural de la convertibilidad con la influencia creciente en este segmento etario de las nuevas propuestas liberales encarnadas protagónicamente por Javier Milei. Se trata de un grupo de personas que no había nacido durante el menemismo y que creció durante el kirchnerismo y el macrismo, particularmente durante los años de estancamiento económico y alta inflación que marcaron el segundo mandato de CFK y la experiencia del Juntos por el Cambio en el poder. Como decíamos antes, el lugar de Menem en la historia de estos 40 años de democracia todavía está envuelto en cierto carácter innombrable, ni siquiera los menemistas de aquel momento lo reivindican y buena parte de quienes fueron opositores entonces (desde la centroizquierda progresista a la centroderecha “honestista”) continúan considerándolo una década sin nada para reivindicar. Que sea el segmento más joven, que no la vivió en primera persona, donde se empieza a romper ese silenciamiento social no deja de ser una punta de análisis que rompe un consenso hasta hoy indiscutible.

A medida que aumenta la edad la consideración de Alfonsín se mueve en el mismo sentido y la de Kirchner desciende en popularidad, bien en línea con la ya probada asociación entre edad y antipatía al populismo (o a lo que se percibe con esa etiqueta tan compleja). La dinámica alcanza el máximo en el grupo de los mayores de 70 años, donde Kirchner deja de estar entre los dos presidentes más mencionados y aparece por única vez Mauricio Macri: es otro dato conocido desde la irrupción del Pro en la escena nacional, la fidelidad de los adultos mayores por el partido amarillo.

Teniendo en cuenta que alrededor de la mitad de la población tiene menos de 40 años, la elección del mejor presidente involucra no sólo un juicio sobre lo vivido en primera persona, sino también en muchos casos una adhesión que se nutre de imágenes, relatos, identidades heredadas o redescubiertas ex post.

Algunas conclusiones sobre la elección de las mejores presidencias de este ciclo democrático por parte del heterogéneo universo argentino deberían partir por la clara preferencia por dos personalidades tan disímiles como Alfonsín y Kirchner. Gobiernos con suerte dispar pero marcados por las urgencias de crisis terminales y por la recreación de un clima de movilización social, de recreación (con estilos, coyunturas y apelaciones diferentes) de la potencialidad política para conducir momentos de reconstrucción nacional. ¿En esa preferencia de los argentinos resuena una nostalgia por los años en que se creyó en la posibilidad de torcer la historia? ¿O más bien el ascenso en las preferencias de Alfonsín debe leerse como una especie de contrapeso simbólico de la centralidad que en el pasado más reciente ocupa la figura de Kirchner, incluso su proyección después de su muerte, una especie de respuesta no-peronista al lugar que durante 12 años fue construyéndose a sí mismo el kirchnerismo como espacio redentor de una democracia que no había hecho más que decepcionar las demandas de las mayorías? Puede ser. Sería necesario otro tipo de estudio, más cualitativo, para adentrarse en los sentidos que los encuestados ponen en movimiento a la hora de preferir una época u otra.

La aparición de Menem en las preferencias de los más jóvenes, de justamente el grupo etario que nunca vivió sus presidencias, habla de una transformación del relato sobre los 90s impulsado por la aparición de nuevos actores políticos que, casi 25 años después, se atreven a reivindicar abiertamente esa década que hasta ahora le resultaba útil a todos sectores repudiar u olvidar. ¿Es el inicio de un cambio en la percepción fruto de la distancia histórica o un efecto reactivo ante un presente marcado ya por muchos años de alta inflación, estancamiento económico y crisis recurrentes?

En todo caso, de lo que se trata es de pensar estas elecciones no con la lógica de una meditada evaluación académica hecha por especialistas, sino como una expresión de subjetividades en las que la relación con los períodos políticos mezcla experiencia vivida, adhesión a narraciones sobre la historia reciente, reconsideraciones sobre el pasado, comparaciones con el presente y recorte de valoraciones sobre lo que la política (especialmente los líderes políticos) le dio y le debe a la sociedad en estos últimos y problemáticos cuarenta años.